La vida de la joven estudiante de economía, Martina Levato, de 23 años, cambió para siempre cuando en una noche de fiesta con sus amigas en Milán, conoció a Alexander Boettcher. Martina se enamoró en el acto del empresario de 30 años.
Boettcher, a pesar de estar casado, la correspondía. Al menos de una extraña manera, ya que introdujo a Martina en una relación que se basaba en el sadomasoquismo y en donde ella era su «esclava sexual».
Los familiares y conocidos de Levato atestiguan que la joven cambió de la noche a la mañana tras conocer al empresario. Y ellos aseguran que ese cambio dio un giro dramático cuando un día la joven apareció con una escarcificación de las iniciales de Alexander en la mejilla derecha. Pocos días después se tatuó su nombre en el pecho izquierdo.
Pero eso era solo la punta del iceberg.
Boettcher había sumergido a Martina en una relación de dominación que se basaba en que él la castigaba y la hacía sufrir. No solo a través de sus prácticas sexuales de sadomasoquismo, pero también la maltrataba psicológicamente, increpándola sobre su físico y obligándola a ver cómo él flirteaba, se besaba y se acostaba con otras.
Sin embargo, en un momento dado, Martina se reveló y al igual que él hizo con otras, la estudiante comenzó a verse con otros hombres. No obstante, la culpa de su «infidelidad» la reconcomía, y Levato finalmente le confesó a Boettcher lo que había hecho.
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Tal y como cuenta el Daily Mail, Alexander, enfurecido, le dijo que «un hombre puede ser infiel. Una mujer no. Ellas tienen que mantenerse puras». Fue en ese momento cuando el empresario urdió un maquiavélico plan para que su amante «se purificase» por lo que había hecho.
Uno de los hombres a los que Martina vio cuando decidió «revelarse a su amo», fue un ex novio de cuando iba al colegio, Pietro Barbini.
Después de su encuentro con Levato, Barbini mantuvo el contacto con su ex novia, lo suficiente como para darse cuenta de lo tóxica que era la relación que tenía con Boettcher.
«Sé que hay algo entre nosotros. Si quieres, podemos acostarnos con ella a la vez. Ella me obedece. Atiende a todos mis deseos», fue el mensaje que Barbini recibió por parte de Boettcher. Impresionado, el joven dijo que quería desentenderse de los dos, y lo último que le dijo a Martina era una advertencia sobre lo mala que era su relación.
Sin embargo, Alexander no iba a olvidarse de Pietro. Su nombre era el primero de una lista de ex novios y conocidos de Levato, que para purificarse, tendría que arrojar uno a uno ácido clorhídrico en sus rostros. Basicamente, la idea era que al borrar los rostros de sus ex amantes, estos saldrían de la cabeza de Martina.
Por desgracia, llevaron el ataque contra Barbini. El padre de Pietro, Gherardo, que estaba presente en el momento del suceso, cuenta que un hombre corpulento y una mujer se acercaron por la espalda a su hijo. La mujer portaba dos recipientes que iba sujetando con unos guantes de goma. Después de que el hombre llamará la atención de su hijo, la mujer arrojó el contenido de los recipientes en el rostro de Pietro.
El rostro de Barbini ha quedado desfigurado de por vida. Hasta el momento, ha pasado por 10 intervenciones quirúrgicas que intentan reconstruir los párpados de su ojo derecho, al igual que su nariz. Además, los médicos temen que pierda de manera permanente la vista en el ojo afectado.
Afortunadamente, Pietro reconoció a sus asaltantes y su descripción y declaración fueron claves para llevar a cabo la detención de Alexander y Martina.
Asimismo, también hablo de una tercera persona en el momento del suceso, se trata de Andrea Magnani, compañero de entrenamiento de Boettcher. Fue él quien consiguió el ácido, y afirma que lo hizo porque idolatra a Alexander por ayudarle a conseguir el físico que él quería.
El rotativo italiano La Repubblica, recoge que durante su juicio, el juez Giuseppe Gennari, dijo a la prensa que «he juzgado a mafiosos de la Camorra y la ‘Ndrangheta, a ladrones, asesinos a sueldo e incluso terroristas, y jamás he visto tanta falta de arrepentimiento e impasividad» según ha reco.
Para añadir más drama a esta historia, dos semanas después de su encarcelamiento, Martina dio a luz a un hijo, fruto de su relación con Boettcher. Los serivicios sociales se han hecho cargo del niño, y los psicólogos aseguran que por el bienestar del bebé, se debe ocultar el origen del bebé tanto a él mismo como a sus futuros padres adoptivos.
DesdeLaPlaza.com/Diario La Republica.it/AMH