En Venezuela existen miles de estas tiendas que se ocupan de vender exclusivamente productos importados ya que los nacionales no son calificados de delicados, imagino que una tienda que se dedique a vender delicateses de origen nacional le llamarían «tienda de ordinarieses».
El empeño de imponer y promocionar la venta de productos importados para la cocina aún con escasez de divisas es impresionante, el impulso y la promoción que le dan los cocineros y los empresarios de la gastronomía a dichos productos, sobreponiéndolos y clasificándolos de mejor calidad que los nuestros es aún una debilidad nuestra, de hecho por eso es que les llaman delicateses, pues se considera delicatés un producto alimenticio importado, tal vez lo nuestro es considerado de menor categoría y por eso no les llega a ser delicado.
En nuestro país se están produciendo y creando una cantidad impresionante de productos (valga la redundancia) de alta calidad para ser usados en la cocina, pero en estas tiendas que he mencionado le niegan la entrada bajo la excusa de que no tienen salida ya que no atrapan el interés del consumidor.
Estamos llenos de escuelas de cocina que empujan a los alumnos a comprar y usar dichos productos importados, eventos gastronómicos que abren sus espacios a casas importadoras dándole la mayor importancia, cocineros que con la excusa de generar una cocina de alta calidad idolatran y copian en este momento por moda la cocina española o peruana, pero que en lo que cambie la tendencia copiarán otras cocinas y nunca parecieran con la intención de crear la suya propia, cocineros que dicen refinar platos típicos porque agregan o sustituyen sus ingredientes por ingredientes importados, en fin un estado total de idolatría o adoración a lo importado.
Presten atención a esto y luego saquen sus cuentas, aquellos restaurantes que quieren hacer creer que son de alta calidad en sus menús encontrarán descripciones como: prosciutto, jamon ibérico, reggiano, paddanno, aceto balsámico, pasta de arroz, salmón, caviar, funggi, pomoddoro, baby beef, anguilas, nori, entre muchas otras.
No critico el hecho de usar productos de otras latitudes, pero si critico el hecho de querer hacer creer que su uso eleva la calidad de la comida, critico el hecho de no darle el valor correspondiente a lo nuestro y sobre todo critico el hecho de no abrirle espacio y promoción a nuestros productos, critico el empeño en opacar lo de aquí y critico el deseo inmenso de querer imitar para sentirse grande, es obvio que son críticas constructivas pues mi intención es que reflexionemos al respecto, para nada pienso que hay que desplazar lo importado pero ya es hora de emplazar lo nuestro.
Deberían haber tiendas que se dediquen a vender y promocionar la gran gama de productos nacionales de alta calidad, deberían existir festivales o eventos donde se promocione única y exclusivamente las delicateses nacionales, ya que aquí también se producen.
Es hora de hacer valer lo nuestro tanto como creemos que vale lo de afuera, ni más ni menos.
Vayan a España, Italia, Perú, Argentina, Japón o a cualquiera de esos países que tanto idolatramos y vean en qué se enfocan sus cocineros y se darán cuenta que casi que se tapan los ojos para no ver más allá de sus fronteras, se dedican a usar sus productos y a enaltecerlos, se sienten orgullosos de eso, no quieren copiar a nadie ni quieren usar nada de otras partes, así que creo que lo único que deberíamos copiar realmente no es su cocina sino más bien su actitud en cuanto al nacionalismo, debemos copiarnos de ellos aprendiendo a valorar lo nuestro así como ellos valoran lo de ellos.
DesdeLaPlaza.com / Rómulo Hidalgo