Hoy en día la homosexualidad ha dejado de ser considerada como un tabú por algunas personas, por lo que es muy común escuchar a la gente contar cómo fue su salida del closet.
Pero más allá de la aceptación y de la revelación de ese nuevo “yo” al mundo, es importante considerar la reacción de los padres al conocer que el sexo de su hij@ no coincide con su identidad.
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Pues sí, en algunas ocasiones a los padres también les toca salir del closet y aceptar algo que siempre cuesta asimilar: que con los hijos no existen etiquetas: heteros, homosexuales, lesbianas o transexuales.
El portal web de El Estímulo documenta las historias personales que enfrentan algunos progenitores al escuchar la confesión de la homosexualidad de sus vástagos.
Todas o al menos la mayoría de las salidas del closet se ven truncadas por ciertos criterios religiosos, formativos, de costumbres, o prejuicios, que se convierten en barreras a superar cuando un padre y una madre escuchan la frase: “mamá, papá, soy gay”.
El closet más pesado es el de uno
Ana Margarita Rojas, vicepresidenta de la Fundación Reflejos de Venezuela, explica que asumir y exponer la homosexualidad no es tarea fácil, mucho menos para progenitores de la persona que decide hacerlo.
“Uno siempre cree que el clóset más pesado es el de uno y no siempre es así” dice Rojas en las habituales tertulias convocadas por la organización el último sábado de cada mes a las que asisten entre 20 y 40 personas.
Según Rojas, el 80% de la discriminación hacia los homosexuales comienza en el hogar y la escuela. “Ahora se habla mucho del bullying, pero no siempre se le pone apellido. Se calcula que 45% del acoso escolar es por homofobia”.
Sostiene además que, según cálculos informales “se estima que 4 millones de personas son homosexuales aunque en el país no hay estadísticas verificables», entre otras cosas porque las sociedades ocultan lo que se rechaza.
Corte de hombre y nada de gestos amanerados
Donatella, una trans de Guárico, es la hija mayor de su familia.
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Desde que estaba en la primaria comenzó a actuar con ademanes femeninos. Tanto su madre como su maestra la reprendían.
En bachillerato la presión fue más fuerte. Se enfrentó al descubrimiento sexual de sus compañeros y a los regaños de sus profesores por ser “raro”. Así que abandonó el liceo, el hogar y su ciudad natal.
Una noche, recibió unos disparos durante un procedimiento policial, situación por la que ameritó reclusión médica.
En el hospital su madre la visitó, se reconciliaron y ahora es Donatella quien provee dinero al hogar con su taconeo por la Libertador.
La religión interviene
Rosmit es hijo de testigos de Jehová.
Al comenzar la universidad comenzó a tener relaciones con otro hombre. Cuando le comentó a sus padres su inclinación sexual le dejaron de pagar los estudios y le fueron cercenando aspectos de su vida.
Obligado a dejar los estudios y con un duro rechazo intrafamiliar, terminó mendigando en la calle. Pasados algunos meses, encontró a su madre predicando por La Candelaria.
Abandonó su vida gay y asumió los preceptos religiosos, que vinieron acompañados de estrictos controles de comportamiento de sus padres, pero no lo soportó.
Ahora, Rosmit está de nuevo en la calle desde hace dos años. Deambula por Parque Central y La Candelaria y duerme en las escaleras de la avenida Bolívar de Caracas.
También consume drogas y nunca volvió a un aula de clases. Tiene apenas 19 años
Mi hijo divorciado es homosexual
Reinaldo Zerpa es general retirado del Ejército. Hace cuatro años, a sus 69, recibió la noticia de que su hijo de 39, divorciado de su mujer, había contraído nuevas nupcias en España, pero con un hombre.
“Lo supe a través de mi hija mayor. Fue una sorpresa. Él nunca me dijo a mí nada al respecto. Yo lo tomé como algo normal. Cada quien tiene derecho a hacer su vida como lo crea más conveniente. Yo digo que hay que ser tolerante. Cuando lo hablé con él le dije que esa es su responsabilidad y su vida privada y que yo la respeto”.
Al principio, al General no le gustó lo que escuchó y aún ahora la aceptación o la mera tolerancia se mezclan en tiempo presente.
“Yo no soy machista pero sí soy un hombre que ha tenido varias mujeres. Al principio no acepté eso porque yo soy muy claro: las cosas normales son las normales. El centro del hogar es la familia, no hombre con hombre ni mujer con mujer. Ahora las parejas homosexuales se casan. Yo no lo acepto pero sí lo respeto. Eso sí, yo no estoy de acuerdo. Yo estoy de acuerdo con la vida normal de las parejas: hombres con mujeres, como lo dice la Biblia”.
Hoy en día, el General conoce al esposo de su hijo y asegura que lo trata con camaradería.
“Yo los he visto, he estado en su casa, es algo normal, no hay nada que yo pueda criticar que se salga de los límites de la decencia y la cultura”.
No obstante, entre los salidos de los cuarteles la información no corre igual. “Mis amigos militares desconocen esas cosas. Si me preguntan diré que sí, que esa es su vida privada y la respeto, pero hasta ahora nadie me ha comentado nada sobre eso”.
Los testimonios levantados por Venezuela Diversa revelan qué tan común es que los homosexuales abandonen su hogar para alejarse de una crisis surgida por salir del clóset.
“Vienen a Caracas a estudiar y desarrollar su vida homosexual y a veces cuando regresan a sus casas fingen lo contrario”, afirma Yonatan Matheus, directivo de la organización.
En el caso de los trans el rechazo se acentúa porque “son más transgresores a la norma al ir adaptando su cuerpo a su identidad de género”, explicó.
Amo a mi hij@, respeto a mi hij@
La Fundación Reflejos de Venezuela tiene un manual titulado Amo a mi hij@, respeto a mi hij@, escrito por su presidenta y psicóloga Elena Hernáiz Landáez, en el cual bastan 30 páginas para informar qué hacer cuando se afronta la homosexualidad del retoño, desde el “esto no puede estar pasándome” pasando por las preguntas que se hacen comunes.
El libro fue financiado por la Embajada de EEUU en Venezuela y puede ser consultado también en la web de la ONG.
DesdeLaPlaza.com/Con información de elestimulo.com/COM