Volver a ser niños y niñas; no dejar de ser esas criaturas maravillosas, porque con el paso de los años nos tomamos las cosas muy en serio y olvidamos cómo soñar y, cuando eso ocurre, la creatividad, la empatía, la solidaridad y el buen humor se extinguen para hacer de nosotros y nosotras un simple adulto de la especie humana, uno más.
Pareciera que el Movimiento Nacional de Teatro para Niños, Niñas y Jóvenes César Rengifo (MNTNJCR) se la pensó muy bien al presentar una obra que en primera instancia parece estar destinada al entretenimiento infantil, pero que conmueve a los adultos con el fin de reconciliarlos con esa niña o niño interno capaz de liberarlos de cualquier dolor, rencor, frustración, miedo, entre otros elementos negativos que ocupan el alma y son, al final, los que crecen y terminan apabullando al verdadero espíritu, el original, que tiene la responsabilidad de formar niños y niñas felices en un contexto social sin violencia, de sana convivencia y acceso al conocimiento y artes liberadores.
No es simple entretenimiento
Valentina González, psicopedagoga venezolana y estudiante de psicología en la Universidad de Buenos Aires (UBA), explica que el teatro le da plasticidad a los niños y niñas como herramienta para adaptarse funcionalmente a su medio ambiente, ya que el cerebro produce respuestas más complejas cuando los estímulos que recibe son más exigentes; la conexión de sus neuronas aumenta y, en consecuencia, aumenta la capacidad de adaptación interna y externa de los niños y las niñas basándose en la experiencia, el aprendizaje, la estimulación sensorial y cognitiva.
“Los ayuda a pensarse como sujetos que pueden tener varios roles a la vez, aparte de que pueden tramitar cosas que les estén pasando como cuando juegan, les hace ganar confianza en tiempos cuando la socialización se da cada vez más a través de las tecnologías que causan la pérdida de habilidades sociales ”, agregó González.
Como un cachito de Luna
Este 2015 llegó “El César Rengifo”, como se le conoce popularmente, una estrategia más en la búsqueda de la suprema felicidad del pueblo planteada por el Gobierno Nacional.
Cuatro autobuses trasladan por el país a un equipo técnico y artístico para presentar gratuitamente esta obra «Como un cachito de Luna» creada con música, bailes, hermosos vestuarios, luces coloridas, un guión muy creativo, y pequeños grandes actores provenientes de familias con recursos económicos limitados; es decir, más de 200 niños, niñas y jóvenes entre edad preescolar y adolescente.
En el año 2013, el Presidente Nicolás Maduro creó el Viceministerio para la Suprema Felicidad Social del Pueblo. El pueblo en Venezuela, hoy cuenta con acceso a la educación gratuita y de calidad, en todos los niveles, y por esto desde el año pasado el Gobierno está en la necesidad de abordar – lo que se puede llamar una segunda fase educativa – que marcaría un nuevo quiebre en el país: la revolución espiritual; el acceso a las artes desde la niñez, hechas por el pueblo para sanar el alma y transformar la idiosincrasia del pueblo.
En este sentido, Pedro Lander, director general del Movimiento de Teatro César Rengifo explica que “el propósito es que sigamos apostando a que si desde tempranas edades, nosotros le damos su formación a los niños en artes escénicas, podremos tener un hombre y una mujer en el futuro que va a tener pensamiento reflexivo, va a tener una actitud ante la vida con mucha sensibilidad, con mucho humanismo. Es ir luchando y acabando con los antivalores y rescatar nuestras tradiciones, rescatar a través del teatro los valores como la solidaridad, la amistad, el trabajo en equipo”.
Venezuela: el país de las maravillas si recordamos cómo hacer los sueños realidad en colectivo
Como un cachito de Luna es una adaptación de la obra original La Luna Jabillo de Jaime Barres, presentada en abril durante el Festival de Teatro de Caracas y en mayo para homenajear al dramaturgo César Rengifo por el centenario de su natalicio. Esta obra nos hace viajar dentro de la cabeza de Amanda, una joven guionista de teatro que una noche se enfrenta a una de las mayores frustraciones de cualquier escritor: el síndrome de la página en blanco; al mismo tiempo, tiene que lidiar con un jefe histérico que la presiona para que entregue el trabajo puntualmente. En medio del estrés y el cansancio, Amanda desea volver a ser niña y sin darse cuenta se queda dormida; sus sueños la llevan a esa habitación de la infancia, cuando en una noche de lechina se encontraba junto a su madre y el médico que la examinaba.
La niña Amanda se reencuentra con el árbol de Jabillo que llora desconsolado en la ventana porque ya no “bailaba con la Luna una danza de sombras” durante la brisa nocturna. A partir de allí, al mejor estilo del libroAlicia en el país de las maravillas, la pequeña Amanda emprende una aventura onírica; conoce una banda de grillitos escandalosos liderados por un señor grillo muy gruñón y descontento por la presencia de la niña en el jardín, quien lo reta a una competencia de sonidos con el zumbar de su gurrufío.
Luego Amanda conoce a los “guardianes de las luces nocturnas”, unos soldaditos de colores brillantes que le explican el peligro que representa para ellos la contaminación de las grandes ciudades modernas. De repente, entra en escena el personaje que se roba el corazón del público: un pequeño Cometa; su papel es acompañar y guiar a Amanda hasta que pueda entregarle los cachitos del Jabillo a la Luna, a quien encuentra ocupada controlando el agua de las mareas, que aparecen de repente en los pasillos de la sala simulando con sus vestuarios el vaivén del mar.
También forman parte de la aventura un grupo de animalitos nocturnos con antenas (el coro), que complementan con sus voces y ademanes cada situación que Amanda debe superar -y moraleja que debe aprender- para cumplir su objetivo.
La más reciente presentación: Barquisimeto, el Juares, ubicado en la esquina de la carrera 19 con calle 25, con más de 700 butacas ocupadas y algunos pasillos repletos, ovacionó al elenco de Como un cachito de Luna; entre lágrimas y tiernas sonrisas hasta los asistentes gritaron: “¡Bravísimo!, ¡hermoso!, esto es lo que necesitamos!”.
¡A girar!
Después de sus presentaciones en Teatro Teresa Carreño, en el Distrito Capital en celebración del centenario del maestro César Rengifo, la obra “Como un Cachito de Luna” inició el 6 de junio una gira nacional.
El objetivo: que el público venezolano conozca el gran talento y entusiasmo de estos niños y niñas de la patria que forman parte del Movimiento Nacional de Teatro César Rengifo.
Zulia
El Teatro Baralt de Maracaibo fue el primero en recibir al equipo del César Rengifo el 7 de junio.
Barquisimeto
Con sólo una semana para descansar y ponerse al día con las tareas, los niños y las niñas del Movimiento llenaron de emociones y sueños el Teatro Juares de Barquisimeto el 12 y 13 de junio.
Anzoátegui y Yaracuy
Para continuar con su viaje ininterrumpido el 20 de junio los espera el Teatro Municipal Alfredo Sadel de Cantaura, en Anzoátegui y el Teatro Andrés Bello de San Felipe en Yaracuy el 27 de junio.
Los estados Aragua, Mérida, Trujillo, Barinas y Apure están contemplados dentro del itinerario de la gira.
Internacional
En Barquisimeto, Lander adelantó que se encuentran en conversaciones con la canciller Delcy Rodríguez para organizar la gira internacional de la obra, y que ya se han acordado cuatro destinos; sin embargo, entre sonrisas cómplices se reservaron los nombres de los países porque aún están afinando detalles.
Patria, tuya es mi alma, tuyo es mi amor…
La municipalización del MNTNJCR, se tiene prevista en las ciudades donde se encuentran las sedes regionales de la Fundación Nacional “El Niño Simón”; por ahora, las pioneras son Margarita y Barquisimeto, donde se inaugurarán los centros de formación en artes escénicas que recibirán a niños y niñas de familias en situación de pobreza y pobreza extrema, quienes aprenderán actuación, danzas coreográficas, pintura y demás disciplinas para la producción y presentación de Como un cachito de Luna, entre otras grandes obras.
Como si fueran los dragones de acero de los Blindados de Apure, Lander, Cestari y sus 200 soldaditos de plomo, siguen girando en el cielo de nuestros sueños revolucionarios, sembrando la tierra para embellecerla por dentro y por fuera con el legado del Comandante Hugo Chávez, con un movimiento de teatro para los pequeños y grandes arañeros y arañeras de corazón que, si bien nacieron desiguales en Capitalismo, el Socialismo del Siglo XXI les sigue brindando oportunidades para su desarrollo material y espiritual y, así, continuar soñando con lo imposible como decía Ernesto “Che” Guevara, a través de la “solidaridad de todos para reconstruir el país”, clamor de nuestro militante de las artes, César Rengifo.
DesdeLaPlaza.com / Kaybeliz López
Fotos: Movimiento Nacional de Teatro para Niños, Niñas y Jóvenes César Rengifo