Cada 13 de abril se celebra el Día Internacional del Beso, una fecha que surgió por el beso más largo de la historia, el cual duró 46 horas 24 minutos y 9 segundos. Sin embargo, en la actualidad ese récord fue superado por un matrimonio Tailandés al registrar en el 2013 un beso de 58 horas 35 minutos y 58 segundos.
El matrimonio conformado por Ekkachai y Laksana Tiranarat, actuales campeones del besuqueo, fue la única pareja que quedó de pie, de las 9 participantes, en un concurso de besos en una localidad de Tailandia.
Tras más de 58 horas en el ejercicio sin sentarse, sin dormir, sin ir al baño; lograron la hazaña y consiguieron un premio que consistió en 2.500 euros y dos anillos de diamantes.
Aunque la fecha oficial del Día Internacional del Beso es el 13 de abril, hay que festejarlo los 365 días del año y complementarlo con abrazos, caricias y halagos.
Con la celebración del Día Internacional del Beso se busca que las personas no olviden el placer de besar, pues besarse produce felicidad instantánea.
Pero… ¿En qué consiste un beso?
El beso es una práctica habitual de los seres humanos en la mayor parte de las culturas, es la forma más clara de expresar cariño, sentimientos, emociones y pasiones. La boca, según la teoría freudiana, es el primer lugar donde se asienta el deseo sexual, pues en el acto del beso intervienen la mezcla esencial de tres sentidos: El gusto, el olfato y el tacto; lo que lo convierte en una actividad compleja donde surgen respuestas fisiológicas que dan paso a la participación de elementos anatómicos.
La palabra beso proviene del latín basium (acción de besar) y besar del latín basiare que figura el ejercicio de tocar algo con los labios contrayéndolos y dilatándolos suavemente, para manifestar amor, amistad, o reverencia.
El beso y su maquinaria fisiológica
La boca es la parte más móvil del cuerpo, un beso apasionado activa más de 30 músculos faciales, mientras que un beso en la mejilla sólo activa 12. Entre los principales están: El orbicular de los labios, el buccinador, el canino, el cigomático mayor y menor, el risorio, el triangular de los labios, el triangular del mentón, la borla del mentón, el masetero, el labio superior, el elevador propio del labio superior, entre otros.
En cuanto a la contribución de los nervios, un estudio del Instituto Kinsey para la Investigación sobre la Sexualidad revela que cinco pares craneales participan en el beso: El nervio facial que inerva sensitivamente (papilas gustativas), los 2/3 anteriores de la lengua que inerva de forma motora los labios y la cara (movimiento), el nervio hipogloso inerva de forma motora la lengua, el nervio glosofaríngeo inerva de forma sensitiva el 1/3 posterior de la lengua y la mucosa de la boca, el nervio olfatorio que percibe el aliento de la pareja y el nervio trigémino que inerva sensitivamente la cara y los labios.
La reacción química y biológica que genera un beso
Durante un beso de alta intensidad aumentan los niveles de dopamina (sustancia asociada con la sensación de bienestar) y de testosterona (hormona asociada al deseo sexual), las glándulas adrenales segregan adrenalina y noradrenalina, que aumentan la presión arterial y la frecuencia cardiaca. A la vez, la glándula pituitaria, situada en la base del cerebro, libera oxitocina, mágica hormona que, además de hacernos sentir como flotando, dicen que ha ayudado bastante a la perpetuación de la especie humana.
Por otro lado, alrededor de dos millones de bacterias y 40 mil microorganismos se intercambian de dueño después de un beso. Sin embargo, al besar, el cuerpo produce todo tipo de neuropéptidos, sustancias químicas que evitan las infecciones.
Se sabe también que el beso estimula la producción de saliva que es la encargada de drenar las células muertas y los microorganismos depositados en los dientes, por tanto, mejoran el aliento.
Científicamente se ha comprobado que un beso se compone de un 60% de agua, un 0,7% de grasa, un 0,4% de sal, y un 0,7% de proteínas.
Asimismo, el nombre científico que recibe el deseo de besar es Filematología. Según los expertos, si hay comunión mental y la suficiente atracción física en el beso, el desplome de procesos químicos que acontecen provoca una auténtica conmoción en el organismo. El efecto es tan abrumador que, según algunos biólogos, podría compararse a una sobredosis de anfetaminas, pues al besar el interior de la boca y los bordes de los labios segregan sustancias químicas muy específicas que pide más de lo mismo.
El equipo de DesdeLaPlaza realizó un video especial como parte de la celebración del Día Internacional del Beso, a continuación te lo dejamos para que lo disfrutes:
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