El día de ayer recibimos la noticia de la muerte de Paul del Río. Rápidamente una gran cantidad de medios digitales de todo el continente registraron la noticia, para sorpresa de muchos jóvenes, que no habían escuchado hasta la noticia de su deceso, nunca antes su nombre.
Aprovechamos entonces estas breves líneas para hablar de Del Río, o como se le conoció internacionalmente con su nombre de guerrillero, Máximo Canales.
Paúl del Río, descendiente de españoles, nació en La Habana en 1943. Llegó a Venezuela en 1945 de la mano de sus padres, quienes habían salido de España por la Guerra Civil. Militó desde los 17 años en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y a los 19 años formó parte de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (Faln).
El Real Madrid a los pies de Máximo Canales
No exageramos cuando decimos que Paúl Del Río – o Máximo Canales- en este caso, tuvo a sus pies no solo al Real Madrid, sino al mundo entero. Resulta que en para el 24 de agosto de 1963 se desarrollaba en Caracas la séptima edición de la “Pequeña Copa del Mundo”, torneo que reunía a varios de los equipos más importantes del momento (Barcelona, Millonarios, Benfica, Porto, Roma, Botafogo, River, etc).
El 24 de agosto de 1963 el mundo del fútbol fijó la mirada en Venezuela, cuando se conoció que el delantero del Real Madrid, Alfredo Di Stéfano, había sido secuestrado en Caracas, cerca de las seis de la mañana, en el desaparecido hotel Potomac, por las Faln. Ese operativo, que tenía a Máximo Canales como segundo al mando, tenía como objetivo efectuar un golpe mediático para dar a conocer la lucha guerrillera contra el gobierno de turno, el del presidente Rómulo Betancourt.
Como lo recordaba Paúl
Fue una operación de las Faln y del compañero Luis Correa que era el comandante del destacamento Cesar Augusto Ríos. De parte del MIR participé yo como segundo al mando de la operación. Fue una operación sumamente sencilla. Simplemente fuimos a buscarlo al hotel a las 6 de la mañana y lo llevamos detenido. Fue sencillo pero escandaloso, porque Di Stefano en esa época era el mejor jugador de fútbol del mundo, era una estrella. Por eso ha tenido publicidad y nadie cayó preso nunca. Esta operación se llamó Julián Grimao en homenaje a un dirigente del partido comunista español que había capturado Franco 4 o 5 meses antes y lo había fusilado.
El reencuentro entre Di Stefano y Máximo Canales
Alfredo Di Stefano siempre aclaró que sus raptores lo trataron con respeto. Él sabía que no querían atentar contra su vida. Durante los días de cautiverio jugo a las cartas y al dominó, comió paella y tuvo acceso a la radio, por donde escuchaba los partidos que no pudo disputar.
Alfredo Di Stéfano y Paul del Río volvieron a encontrarse el 25 de agosto de 2005, cuando se estrenó en el Santiago Bernabéu “Real, la película”, donde se expone, en parte, la historia del secuestro. De ese reencuentro, el ex guerrillero contó que “fue muy bonito. Nos dimos un efusivo apretón de manos. Ambos hicimos un trato: cerrar el capítulo y no volver a hablar del tema, años antes de encontrarnos le había mandado una pintura que hice especialmente para él.”
Las artes plásticas como medio de rebeldía
Sería egoísta recordar a Paúl Del Río solamente por el secuestro de Di Stefano. Fue un hombre profundamente sensible, convencido y militante absoluto de sus ideales y además un sensible artista.
Tenía gran habilidad para la pintura y la escultura, y a la hora de aclarar si fue primero revolucionario o artista, Del Río comentaba: “Indudablemente el revolucionario. Yo siempre tuve habilidad para el dibujo y en la clandestinidad hacia caricaturas políticas para las publicaciones subversivas. Estando preso en la Modelo me propusieron una exposición en la Galería Viva México. Hice unos 30 dibujos y fue un éxito de crítica y de ventas. A los pocos meses hice una segunda exposición que también fue exitosa y luego ya me quedé enganchado. Estando preso aquí en el Cuartel San Carlos hice una última y al salir a la calle ya me dedique profesionalmente primero en el dibujo en tinta china y luego empecé a colorear en acuarela. Unos años después ya me metí en la pintura con acrílico sobre lienzo y ese ha sido más o menos el desarrollo de mi trabajo.
El Cuartel San Carlos, una cárcel, su hogar
Del Río presidía la Fundación Capitán de Navío Manuel Ponte Rodríguez, que funciona en los espacios del antiguo Cuartél San Carlos, en el cual Paúl del Río desplegaba sus últimas actividades para esa organización de ex-prisioneros políticos, que trabajan para rescatar la memoria de toda de numerosos combatientes entre esos miles de activistas obreros, campesinos, estudiantiles y populares torturados, asesinados y desaparecidos.
Paúl también se la cantó a Obama
Poco antes de fallecer, y en el marco de la campaña nacional que rechaza el decreto ejecutivo que pone a Venezuela como una amenaza para Estados Unidos, firmado por el presidente estadounidense, Barack Obama, Paúl Del Río declaro en medio de una actividad organizada por el Ministerio de la Cultura: “Me declaro enemigo mortal de Barack Hussein Obama”. También expresó que la lucha revolucionaria, a pesar de que se funda en el amor humano, “debe tener en cuenta el uso de las armas, pues quienes nos asedian no tendrán remordimiento en accionarlas contra nosotros”.
DesdeLaPlaza.com / Gabriel Ramirez