Leer es un proceso complejo, de muchas capas, que implica primero detectar las letras, reconoce las palabras y grupos de palabras, y luego analizar la estructura de las oraciones y el significado.
Diferentes áreas del cerebro van armando la información sobre las escenas, acciones y personajes, y la relacionan con lo que ya sabes y sientes.
Las áreas visuales y auditivas del cerebro están activas cuando lees, por eso se suelen vocalizar internamente las palabras cuando un personaje del libro habla.
Incluso la lengua y los labios pueden moverse, puedes sentir un escalofrío en la columna vertebral y los músculos pueden tensarse en respuesta a la historia.
Todo esto contribuye a lo que pensamos como una imagen mental, aunque en realidad nuestros cerebros probablemente no contienen nada parecido.
De hecho, teorías recientes tratan la visión como una actividad o interacción con el mundo más que como un proceso de creación de imágenes.
Extrañamente, las descripciones narradas muy detalladas pueden no generar imágenes mentales más intensas.
A veces, las representaciones más simples permiten crear un mundo imaginario propio con mucho más detalle e involucramiento emocional.
DesdeLaPlaza.com/El País/AMH