La mayoría de los abusos sexuales en la infancia se producen dentro del entorno próximo al menor, salvo en contadas ocasiones como ha sido el último caso del presunto agresor de Ciudad Lineal. El abuso no sólo ocurre por parte de un mayor sino que también sucede entre iguales. La prevención es, en todas las situaciones, un pilar fundamental.
Margarita García Marqués, psicóloga y fundadora de la Asociación para la Sanación y Prevención de Abusos Sexuales en la Infancia (Aspasi) en Madrid, cuenta que reciben una media de 10 a 20 llamadas a la semana por abusos a niños. No obstante, alrededor del 20% de estas consultas queda en meras anécdotas o malas interpretaciones.
Para reducir estos problemas es muy importante tener en cuenta tres factores clave. En primer lugar, hay que hacer mucho hincapié en la prevención: enseñar a los niños a respetarse, a decir no y a contar las cosas que les ocurren a sus adultos de confianza. Además, hay que trabajar en terapia con los que han sufrido un abuso, ya que una de las secuelas que ocurren en estos casos es que el 20% de los niños se convierten más adelante en abusadores, algo que se puede evitar si un especialista trabaja con ellos. Y, en tercer lugar, se debe enseñar a progenitores y educadores a detectar los pequeños síntomas que emiten los menores cuando están sufriendo abusos.
La prevención hay que trabajarla desde casa y desde los propios centros educativos. Es muy recomendable, aconseja García Marqués, que los colegios busquen profesionales que les asesoren en esta materia. Padres y educadores deben conocer las herramientas necesarias para detectar los síntomas o los indicios de un abuso sexual.
«Los padres deben tener una buena comunicación con sus hijos, basada en la confianza y siempre adecuada a su edad», apunta Mila Díaz, quien ha impartido multitud de conferencias en distintas plataformas sobre esta temática. Es fundamental escuchar a los pequeños, reforzarles que entendemos cómo se sienten y que nos importan. De esta forma, si alguien intentara algún tipo de abuso, ellos se lo contarían desde el primer momento a sus padres.
Otro elemento importante es hablar del cuerpo. Hay que explicar a los niños, señala Díaz, que hay unas partes íntimas que nadie debe tocar excepto si es un médico o alguien que les está bañando. Y, en cualquier caso, jamás deben aceptar una situación en la que otra persona les haga sentirse molestos.
Por otro lado, es muy importante hablar de sexualidad. No debemos descalificarlos ni insultarlos como sucios o cochinos cuando se toquen alguna de sus partes o pregunten por alguna zona íntima. De lo contrario, «considerarán que es un tema tabú y si les ocurre algo respecto a este tema no lo contarán, porque se sentirán sucios, cochinos o culpables», señala Díaz.
Por otro lado, es adecuado hablar de abusos y afectos. La línea que los separa a veces no está demasiado clara, puesto que suceden normalmente de una forma gradual. Se les debe poner ejemplos y hablar de forma clara con ellos de este tema. Es muy importante, añade García Marqués, insistirles en que cuando un secreto les incomode es fundamental que lo cuenten. Que sepan que puede haber secretos buenos y malos.
Asi, padres, profesores y familiares deben potenciar su autoestima, su asertividad y su capacidad de buscar soluciones y pedir ayuda. Los adultos deben ayudarles en ello y a entender que hay límites que nadie debe nunca traspasar.
Desde la Plaza/El Mundo/AMH