Son pocos los que, conscientemente, se declaran hoy machistas o racistas. Sin embargo, el rechazo hacia el otro está en la base de la biología humana. Entre los humanos, el recelo hacia los que no son del grupo es un extra de supervivencia. Hoy, la cultura ha matizado este sesgo, pero, aunque inconsciente, sigue estando ahí. Lo demuestra la tendencia a contratar a un hombre antes que a una mujer o los continuos casos de violencia policial contra las minorías étnicas.
Para medir ese sesgo, psicólogos estadounidenses crearon hace más de una década el Test de Asociación Implícita (TAI). Se trata de un juego en el que hay que relacionar imágenes con palabras, como una imagen de una persona de raza negra con términos positivos o negativos. Y hay que hacerlo lo más rápido posible, sin pensar. Su objetivo es confundir al cerebro para que debilitar su grado de respuesta consciente y aflorar lo que realmente siente uno hacia los otros.
Ahora, investigadores de la Universidad Northwestern (EE UU) han usado una versión del TAI con 40 estudiantes, la mitad chicos y la mitad chicas, todos blancos. Pero su objetivo no era comprobar su sesgo social contra los negros o de género, sino comprobar si ese sesgo se podía desaprender. Primero confirmaron la validez del test. A la mitad de los estudiantes les mostraron imágenes de negros y blancos asociadas con palabras negativas o positivas. A la otra mitad, les enseñaron fotos de chicos y chicas emparejadas con términos relacionados con la ciencia o arte y literatura. En una escala del cero (sin sesgo) al 1 (máximo sesgo), la puntuación media fue superior a 0,55.
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Tras este entrenamiento, los psicólogos hicieron ver el sesgo a los participantes y les pidieron que repitieran la prueba, pero con cabeza, pensando la relación entre imágenes y palabras y eligiendo las no discriminatorias. Cuando acertaban, el programa emitía un sonido. Al acabar la tarea, los voluntarios fueron invitados a echarse una siesta de 90 minutos. No buscaban su descanso, sino aplicar lo que la ciencia llama consolidación de los recuerdos mediante el sueño. Además de reparar, el sueño es el mecanismo que usa el cerebro para fijar en la memoria o descartar las experiencias y aprendizajes del día.
«Lo llamamos reactivación dirigida de recuerdos, porque los sonidos reproducidos durante el sueño pueden mejor memoria para la información reforzada con estímulos que sin estímulos», dice en una nota el director del Programa de Neurociencia Cognitiva de Northwestern, Ken Paller
«Es sorprendente que la intervención basada en el sueño pueda tener aún un impacto claro una semana después», comenta el principal autor del estudio, Xiaoqing Hu. «Se podría esperar que una única y breve intervención no fuera lo suficientemente fuerte para tener un impacto duradero y que sería mejor recurrir a más sesiones y entrenamiento, pero nuestros resultados muestran cómo el aprendizaje, incluso de este tipo, depende del sueño», añade.
DesdeLaPlaza.com/El País.es/AMH