Lo que parece una leyenda urbana para muchos, para los habitantes de Bello Monte es una realidad. Francis Martínez trabaja en un kiosko ubicado frente a Ciudad Banesco, allí vende periódicos, revistas y cómics a la clientela que la visita.
Aunque Martínez tiene un carácter fuerte, hay un aspecto que la hace ser querida por muchos residentes de la zona, y es precisamente la constancia y el sacrificio que empeña desde hace 10 años para cuidar a los gatos que viven en los alrededores del kiosko. Ella los cuida con la ayuda de diferentes asociaciones de protección animal y voluntarios que les llevan comida.
“Yo siempre tuve gatos aquí. Un día la gente pensó que esto era un refugio y me empezaron a dejar otros abandonados o enfermos. Yo los recibí, los cuidé y luego a quien los quisiera adoptar se los daba”.
-Cuenta Francis para El Estímulo.
Pero la «pesadilla» comenzó el día de las madres del 2015, cuando un sujeto, que Francis describe como un joven bien vestido, casi buen mozo y bien hablado, comenzó a dedicarse a robarle y comerse a sus gatos. Ese día él le preguntó si tenía gatos en adopción, pero al darle «mala vibra», ella le negó la planilla de adopción, pero él se llevó a un gato blanco y gris, el más bonito de la camada.
Mariana Méndez, una de las voluntarias que ayuda en el cuidado de los gatos en el kiosko, lo siguió.
“No había llegado hasta la discoteca Hawaii Kai cuando llevaba al gato por la cola y le daba vueltas como si fuera una muñeca de trapo. Ya estaba muerto. Luego, tomó una botella, la rompió y con uno de los picos le rajó el estómago. Dejó el cuerpo en una jardinera que está al lado de unos talleres”.
-Relata Mariana.
Cuenta que cuando su esposo y ella trataron de confrontarlo, el sujeto los superó en velocidad y huyó. “Lo peor del asunto es que alertamos a una patrulla de Polibaruta y no nos pararon”, puntualiza la voluntaria.
En la zona los proteccionistas saben cómo luce «El Come Gato». Blanco, con ojos achinados y de color verde, cuerpo atlético, entre los 20 y 25 años, siempre bien vestido, limpio y con un rasgo que no puede ocultar: la mirada dispersa. Cuando habla no mira a los ojos.
Los dueños de una tienda de animales, ubicada diagonal a la plaza Lincoln, lo tienen grabado en un vídeo de seguridad. Según Walkira Velásquez, otra de las voluntarias, detalla que los encargados de la tienda le contaron que un individuo entró un día preguntando si tenían gatos en adopción, pero como no confiaron en él, le dijeron que no y como si nada, salió. Era él.
«Los vecinos con los que hacemos contacto para que nos ayuden con el cuidado de los animales y otros que siempre están pendientes de las jornadas de vacunación que organizamos, saben de esta situación y están pendientes. En especial los domingos o días de asueto, que es cuando aprovecha para robarse a los gatos porque el kiosko está solo”.
-Comenta Walkira.
«El come gatos» aprovecha la noche para robarse los gatos que duermen afuera del local. A veces ni siquiera se los lleva, ahí mismo los desmiembra. Les corta las estremidades y deja las cabezas tiradas por la jardinería que está al lado. “Tenemos testigos que lo han visto morder a los gatos hasta arrancarles un pedazo y sabemos que la policía municipal lo ha detenido varias veces pero lo han dejado ir”, cuenta Francis.
El Supervisor Jefe de Polibaruta Humberto Buitriago, ha recibido denuncias de los vecinos con relación a este caso. Cuenta que una vez el sujeto fue detenido a bordo de su carro con una docena de gatos en la maleta, pero como no se observó ningún tipo de maltrato animal evidente o daño a la propiedad privada lo dejaron ir. No sin antes obligarlo a liberar a los felinos.
¿Qué dice la ley?
Venezuela desde 2010 tiene vigente la Ley para la Protección de la Fauna Doméstica Libre y en Cautiverio. En su artículo 73 indica que “las infracciones muy graves acarrean multas desde las 70 unidades tributarias (12.390 bolívares) hasta las 100 unidades tributarias (17.700 bolívares), cuando por ejemplo se maltrata a un animal hasta causarle la muerte”.
Mientras que el Código Penal Venezolano en su artículo 478 dicta que quien «sin necesidad haya matado un animal ajeno o le haya causado algún mal que lo inutilice, será penado por acusación de la parte agraviada, con arresto de ocho a cuarenta y cinco días”.
El punto sobre la crueldad animal fue tratado por el Defensor del Pueblo Tarek William Saab, quien llevó a la Asamblea Nacional (AN) el pasado 5 de abril un anteproyecto de ley para la protección de los animales ante actos de crueldad. Si bien el texto está en revisión, lo que se quiere es que complemente a la ley de protección animal existente y eleve las sanciones a personas que cometan actos que vayan en contra de la vida y el bienestar de la fauna.
Pero las autoridades aún no actúan, y desde mediados de 2015 hasta principios de abril del presente año, la población de gatos del kiosko bajo de 27 a 10. Francis y los demás voluntarios aseguran que “El Come Gato” ha matado al menos doce.
La Federación de Psicólogos de Venezuela en su página web tiene publicados varios ensayos. En uno se explica que la crueldad hacia los animales está ligada a trastornos antisociales y sociópatas que pueden generar conductas violentas y evolucionar a daños contra las personas.
Tomado de El Estímulo.
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