Hay que llegar un domingo a la plaza de los museo en pleno centro de Bellas Artes, en la mismísima entrada del Parque los Caobos y plantarse allí frente al Museo de Bellas Artes, frente al Museo de Ciencias y preguntarse para qué carajo sirven los museos, qué son esas cosas que se muestran allí y que casi nadie entiende o disfruta.
Otra cosa es caminar por la Hoyada y ver las paredes y los quioscos, los carritos de cachapas y sentir y entender que todo ese conglomerado semiótico, todo ese sistema complejo de relaciones, genera una estética, una manera de ver el mundo, una manera de relacionarse y que por alguna magia o mecanismo no entra a los museos así de fácil.
No hay una respuesta definitiva, no hay alrededor de estos temas ninguna palabra final. Lo que sí afirmamos es que algunas voces tienen grandes cajas de resonancias y otras no se oyen más allá de dos o tres calles.
El arte es muchas veces confundido con la cultura, y sus conceptos son utilizados a diestra y siniestra en este o aquel espacio de debate. Lo cierto es que sí hay una gran confusión, lo cierto es que esa confusión sigue vigente y que no hay que acomplejarse a la hora de arrimar nuestros puntos de vista.
Pero no es sencillo debatir en estos predios, ya que hay muchos padrotes, y voces “autorizadas” que han secuestrado tradicionalmente los espacios de discusión. Pero esto no importa.
Lo más importante en el arte no es opinar o criticar, ni mucho menos teorizar acerca de algunas de sus manifestaciones. Lo realmente importante es sentir y crear. Ser protagonista y ejercer los cinco sentidos de una manera robusta y soberana, sin ningún tipo de chantaje social, moral, filosófico o de cualquier otra naturaleza.
En aquella famosa mayor suma de felicidad posible es estrictamente esencial que la belleza esté presente como una de esas felicidades, como uno de esos derechos inalienables de cualquier ser humano. Y entra aquí lógicamente el antiguo debate sobre la belleza. Este debate es importante, aunque hoy esas voces “autorizadas” digan que ya el arte no discute sobre la belleza.
El arte discute sobre lo que la gente le da la gana, a no ser que esos que pregonan que ya la belleza no se discute, sean los dueños de la sensibilidad. Pero no lo son. Así que abrimos este espacio para comentar, criticar e invitar al debate sobre la cultura, las artes, la belleza y sus temas afines. Que así sea.
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DesdeLaPlaza.com / Oscar Sotillo Meneses
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