Cómo se vive la homofobia
En una consulta realizada a 25 personas en las cercanías a un bar donde se encuentran las y los homosexuales para socializar sin temor de ser agredidos, 20 respondieron haber sido víctimas de violencia física o verbal, siendo la humillación una experiencia compartida casi en todos los casos (17), seguida de lejos por la amenaza de golpes (06) y de golpes (02). Sobre la frecuencia de estas agresiones, casi la mitad dijo que le ocurrieron muchas veces (08), la otra mitad dijo que pocas (09), y solo tres que las viven todo el tiempo. Cuando se les preguntó sobre dónde ocurrieron las agresiones, lideraron los espacios públicos (13), seguidos por el lugar de estudio (10), y la zona de residencia (07). Finalmente se les consultó si habían hecho la denuncia ante alguna autoridad, y 19 de las 20 personas agredidas dijeron que no porque: le restaron importancia (09), porque pensaron que no les iban a recibir la denuncia (03), le tenían y siguen teniendo miedo a la autoridad (03), desconocen donde hacer la denuncia (02), les dio flojera (02) y un caso por miedo al agresor. Tres no explicaron porque no denunciaron, y la única persona que sí denunció dijo que hubo respuesta efectiva y que el acosador estuvo preso por varios meses.
Pero a esta dimensión vivencial que es asumida por quienes al estar en un espacio de socialización se identifican como homosexuales, hay que sumar aquella interna que a decir de Mario Pecheny en su investigación “De la no discriminación al reconocimiento social” es la más común. Este autor comenta que al negarse discursivamente la homosexualidad porque se asume que nadie es así en la casa, ni en la escuela, ni está en la televisión o en las canciones de momento, la persona que siente deseo por otras del mismo sexo crece con la angustia de no corresponder a la norma. A diferencia del racismo, donde es evidente la razón por la cual te consideran inferior y además suele ser compartida por tu núcleo familiar, la homosexualidad se puede ocultar y negar, especialmente en el hogar. Este hecho hace que la persona arrastre hasta el momento de su aceptación pública la duda sobre el cariño de sus seres queridos así como la estabilidad o desarrollo de su vida laboral. Es esta homofobia silente la que tortura a niñas, niños y juventudes que no tienen las herramientas para leer a su entorno como reproductor de un estigma, y mientras las adquieren viven con una culpa que afecta sus relaciones sociales y desempeño escolar.
En ambas situaciones, antes y después de la aceptación pública, es el hecho de lo público la clave de esta discriminación. Al respecto, Pecheny afirma en su investigación: “Incluso en sociedades o Estados intolerantes, las actividades sexuales non-sanctas pueden ser practicadas gracias al refugio de la oscuridad o de las paredes del cuarto. Lo que plantea mayores problemas es la manifestación de la homosexualidad como relación amorosa, cuyo reconocimiento social y político parece estar aún hoy muy lejano. En este sentido, como señalan los testimonios en todas las investigaciones consultadas, la influencia de la discriminación se percibe más en el cercenamiento de algunos gestos cotidianos, como por ejemplo la posibilidad de caminar tomados del brazo en la calle o de besarse en público”.
Qué hacer para luchar contra la homo-transfobia
Rummie Quintero da prioridad a la formación, empezando desde la educación inicial: “Si la cultura no se transforma a través de la educación, por más que tengamos avances legislativos va a seguir existiendo la homo-transfobia. No obstante, las leyes son muy importantes porque nos dan protección jurídica”, agrega.
Mollie Aguirre coincide en la urgencia del cambio cultural: “La más urgente, la más necesaria, para mí, sería una política comunicacional. Desde no solo la prensa y la radio, sino también la televisión. Supremamente importante. Nosotros tenemos que hacer programas educativos sobre el tema donde se incluya a todo tipo de personas y se hable de la diversidad. Se respete y se resalte como normal y natural”.
Ambos puntos son compartidos por Jeff Ortigoza, de la Red Arte Diverso, cuando sostiene: “Un gran paso sería que en nuestro sistema educativo se acepte que el mundo no está compuesto solo por heterosexuales”, y además considera vital trabajar en la unión de la comunidad sexo-género diversa: “Si no nos discrimináramos entre nosotros. Si no se rechazara a los transgéneros o a los más afeminados por parte de los más masculinos, nos podríamos mostrar como una gran comunidad”.
Por su parte, Giovanni Piermatei comentó la importancia de la Ley de Identidad de Género para legalizar a las personas trans, de una Ley Antidiscriminación que ataque el estigma, y la aprobación del Matrimonio Civil Igualitario, sobre el que explicó: “Nuestras relaciones son dignas y deben estar amparadas por las instituciones que protegen a la familia, indistintamente si las parejas son del mismo o distinto sexo”.
Víctor Fernández / DesdeLaPlaza.com
Esta es una serie de tres trabajos sobre la homofobia:
I parte: El 50% de los diputados no condena la homofobia
II parte: ¿Por qué molesta la homosexualidad?
III parte: Cómo colaborar en la lucha contra la homofobia