Son muchas las leyendas, que desde el final de la Segunda Guerra Mundial, hablan de las prácticas sanguinarias que realizaban los nazis con los presos de los campos de concentración. Desde fabricar lámparas con piel, hasta experimentos con seres humanos. Pero hay un mito muy recurrente, capaz de ponerle los pelos de punta a más de uno, el de la pastilla de jabón elaborada con grasa de los prisioneros judíos asesinados y hervidos. ¿Realidad o ficción? Este fue un experimento que vio luz pública a pequeña escala
Durante estos periodos de maldad y con los hornos crematorios trabajando a todas horas con el objetivo de evitar la acumulación de los cuerpos de los judíos, alguien tuvo una idea: ¿Por qué no usar los restos de los cadáveres en provecho de Hitler?.
Así se generó una gran industria en torno a los cadáveres de los prisioneros judíos. Entre los diferentes “productos” que ofrecían los líderes nacionalsocialistas de ese entonces se destacó, el pelo humano, el cual era usado para elaborar pelucas femeninas. Había comenzado la época más cruel, la que haría correr ríos de sangre y daría paso a la leyenda más macabra de la época, la del jabón que se fabricaba con grasa humana.
La leyenda
Esta leyenda fue creada por los británicos en 1917 durante la Primera Guerra Mundial. Un reportaje difundido por el diario “The Times” explicaba que los alemanes elaboraban jabón con la grasa de los prisioneros ingleses. Aquella mentira causó tanto revuelo que, ocho años más tarde fue desmentida por Austen Chamberlain –el secretario de asuntos exteriores del Reino Unido-. Pero demasiada tarde ya que la duda había sido sembrada y había provocado una leyenda que resistiría el paso de los años.
Con la llegada de la Segunda Guerra Mundial –en 1939- el mito volvió a la luz pública, con nuevos rumores que decían que los nazis no solo estaban fabricando el jabón a partir de los prisioneros, sino que además lo habían comercializado a gran escala.
La acusación creída por muchos hasta el día de hoy se basaba en que la única marca de jabones para la época se llamaba RIF, palabra que era interpretada por las siglas “Reines Jüdisches Fett” (“Grasa pura de judío”), cuando su significado real era “Reichsstelle für Industrielle Fettversorgung” (“Centro Nacional para la Provisión Industrial de Grasa”), señala el español Justino Balboa en su libro “Los grandes enigmas de la Segunda Guerra Mundial”.
Una dura realidad
Años después este mito se convirtió en realidad, cuando un científico nazi llamado Rudolf Spanner, director del Instituto Anatómico de Danzig, solicitó al Reich que le enviaran prisioneros nazis para que le “ayudaran” en un nuevo experimento. Dicho y hecho, pues era 1943 habían muchos prisioneros en los campos de concentración.
Una vez en su laboratorio Spanner dio inicio a su cruel experimento, ordenando asesinar y hervir a los prisioneros para que su grasa se desprendiera del cuerpo y poder utilizarla para realizar los jabones.
Así recordaba Sigmund Mazur, asistente de Spanner, los crueles asesinatos, en el juicio que se llevó a cabo en Núremberg contra los líderes nazis: “Los cadáveres llegaban en un promedio de siete y ocho por día. Todos habían sido decapitados y estaban desnudos. A veces llegaban en un carro de la Cruz Roja y otras en un camión que podía contener hasta cuatro cuerpos (…) Luego se cocían de 3 a 7 días y se recogía su grasa (…). Esto se hacía desde 1943, cuando Spanner nos dijo que recolectáramos toda la grasa que pudiéramos”.
Usando esta repulsiva y macabra técnica, el doctor logró elaborar entre 10 y 100 kilos de jabón que utilizó de manera personal y regalo a sus más allegados.
Esta cita extraída del libro “Los grandes enigmas de la Segunda Guerra Mundial”, explica que de acuerdo con los testimonios de Spanner tras la guerra, el jabón fue usado terapéuticamente inyectándolo en ligamentos de articulaciones. Salvo en este caso aislado, no existen pruebas de que se haya usado grasa humana, judía o no, de forma continua o no, durante el período nazi. De hecho, los experimentos de Spanner se interrumpieron inmediatamente en cuanto el jefe de las SS- organización militar, policial, política, penitenciaria y de seguridad- escuchó el rumor.
Entrevista realizada a Silvia Moreno, licenciada en Biología por la UCM y estudiante de doctorado en el Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación (CIAL, CSIC)
-¿De qué está hecho el jabón?
El jabón está compuesto por una sal, tradicionalmente de sodio –Na- (aunque depende del álcali utilizado para la elaboración del jabón) unido a un ácido graso.
-¿Cómo es posible fabricar jabón con grasa humana?
Se puede hacer jabón a partir de casi cualquier grasa. El proceso recibe el nombre de saponificación y se produce cuando una grasa (ácido graso) se pone en contacto con un álcali (tradicionalmente hidróxido sódico, también conocido como sosa –NaOH-). Se produce así un compuesto que, por sus características químicas, es capaz de diluir las grasas en agua. Se ha hecho tradicionalmente con aceite usado, y el proceso es exactamente el mismo para todas las grasas, incluida la humana.
-¿Qué ventajas o desventajas puede tener la grasa humana en la creación de jabón?
Realmente, la grasa humana como tal no tiene ninguna característica especial que no tengan otras grasas, por lo que no creo que su uso en la elaboración de jabón suponga una ventaja o una desventaja con respecto a otros jabones siguiendo el mismo proceso.
Actualmente hay casos de personas que venden jabones hechos a partir de grasa humana procedente de liposucciones, pero más allá de la originalidad que esto pueda suponer para algunos, no creo que sea más o menos eficiente que otros jabones caseros.
-¿Es necesario que la grasa cumpla algún requisito para ser transformada en jabón?
No todas las grasas pueden ser transformadas en jabón. En base a este criterio, las grasas, o lípidos, se dividen en dos categorías: saponificables e insaponificables, en función de si se puede elaborar jabón a partir de ellos o no respectivamente. La diferencia radica principalmente en si el lípido contiene ácidos grasos en su molécula o no. Los ácidos grasos son la base de la formación de jabón y, por tanto, cualquier lípido que contenga ácidos grasos en su molécula será saponificable, y se podrá hacer jabón a partir de él.
Desde La Plaza/ABC España/COM