Aquellas mujeres que se definían como “orgásmicas” son las que suelen tener más pensamientos eróticos durante el acto
Los datos son devastadores. Si, como puso de manifiesto un metaestudio publicado en el libro de Elisabeth Lloyd The Case of the Female Orgasm (Harvard University Press) que recogía datos de los últimos 80 años, sólo el 25% de las mujeres suelen tener un orgasmo vaginal durante el coito, tenemos un problema.
Mientras que el hombre suele alcanzar el clímax con una mayor facilidad, 5% del sexo femenino manifiesta que jamás llega al orgasmo. Quizá, como sugiere una nueva investigación, ello se deba a la visión mecánica y puramente física del sexo heterosexual, que olvida aquello que resulta decisivo en la satisfacción sexual de la mujer.
Nada del tamaño del pene, de la habilidad del hombre en la cama, del atractivo de la otra persona o del momento del día en el que se practica el coito. Lo que de verdad importa es la concentración y aquello que pasa por la cabeza de la mujer durante el acto sexual, concluye la investigación dirigida por el sexólogo Pascal de Sutter, de la Universidad de Louvain en Bélgica y publicado en el último número de Sexologies.
Aquellas mujeres que se definían como “orgásmicas” (es decir, que solían disfrutar de orgasmos con una alta asiduidad) eran las que solían tener más pensamientos eróticos durante el acto. Por el contrario, las que manifestaban una menor satisfacción sexual eran las que se distraían de manera más frecuente en la cama. Con una particularidad, que es que tanto unas como otras tenían un nivel semejante de pensamientos eróticos cuando se masturbaban sin la presencia de sus compañeros.
El poder de la mente
Durante siglos, la mujer ha visto cómo le era negada la capacidad de manifestar sus inquietudes y fantasías sexuales, hasta el punto en el que la creencia más popular afirmaba que las mujeres, simplemente, carecían de deseo. Quizá por ello los investigadores califiquen de “sorprendentes” los resultados de la investigación. Sin embargo, estos parecen claros: lo cognitivo juega un papel más importante en el orgasmo femenino que lo físico.
Como explica el estudio, las mujeres no suelen tener ningún problema en centrarse en sus pensamientos eróticos cuando se encuentran solas. Sin embargo, es en el encuentro con su compañero (o compañera, como ocurría en un 10% de los casos) cuando empiezan a surgir los problemas, en muchos casos, ligados a la inseguridad o al estrés, que provoca que se pierda la concentración y la mente empiece a divagar durante el coito. Una conclusión que refuerza lo que ya habían sugerido previos estudios.
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¿En qué piensan las mujeres que no llegan al orgasmo? Según señalan sus responsables, por lo general, se trata de cosas que nada tienen que ver con el sexo y que hace que estas no puedan vivir el momento, sino que se proyecten hacia algo ocurrido en el pasado o algo que les atormente del futuro. En muchos casos, esta imposibilidad para abstraerse de lo cotidiano está impulsada por la inseguridad ante la propia imagen o el peso.
No es lo que haces, es lo que te imaginas
Las conclusiones de la investigación se encuentran en sintonía con las preferencias eróticas de la mujer a la hora de consumir contenidos eróticos. Mientras que, para el hombre, la mera visión del acto sexual es más que suficiente para conseguir que llegue a un estado de excitación, en el caso de la mujer la imaginación juega un papel crucial.
De ahí, que se suela dar más importancia a lo contextual y narrativo que a lo puramente visual y, por eso, se debe trabajar con herramientas como el mindfulness que permitan la concentración de la mujer en lo que está haciendo, como sugiere el estudio.
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La utilidad de los ejercicios Kegel
Durante mucho tiempo se ha intentado solucionar los problemas para alcanzar el orgasmo de muchas mujeres a partir de los llamados ejercicios sexuales. Estos parten de la suposición de que esta imposibilidad tiene un origen físico, por lo que fortaleciendo el suelo pélvico, que se contrae durante el orgasmo, puede mejorarse la función sexual.
Son los conocidos como ejercicios Kegel, que reciben su nombre del ginecólogo Arnold Kegel, que los diseñó en el año 1948 y se han utilizado de manera frecuente desde entonces.
Sin embargo, una reciente investigación realizada por la Universidad de Sao Paulo señalaba que estas prácticas son útiles, pero no para mejorar la satisfacción sexual, sino para que aquellas mujeres que los llevan a cabo se sientan más relajadas.
Las respuestas a dicha investigación recordaron que, como es previsible, la satisfacción de la mujer depende de ciertos factores psicológicos, fisiológicos y hormonales que no pueden separarse unos de otros. Desde luego, algo es seguro, y es que si queremos que todos disfruten del amor físico, debemos dejar de pensar en los parámetros predominantemente masculinos que aún perviven y pensar que otro sexo es posible.
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