Recientemente, algunos expertos se han dado a la tarea de definir qué es la “inteligencia sexual” y afirman que existen tres indicadores que comparten las personas con este tipo de habilidad.
Para tener un coeficiente sexual elevado, primero se debe tener un conocimiento adecuado de los temas más básicos y prácticos en materia de sexualidad, como lo serían: cómo poner o ponerse un condón correctamente, la práctica del sexo protegido, qué cambios ocurren en una persona cuando se excita, cuáles son algunos de los síntomas de las infecciones de transmisión sexual y qué enfermedades son asintomáticas, qué especialistas se encargan de atender los distintos aspectos de nuestra vida sexual, entre otros.
El segundo elemento está vinculado al autoconocimiento: las personas con inteligencia sexual son aquellas que conocen su cuerpo, sus deseos y las sensaciones que les causan placer, pero también que les incomoda. Esto incluye el reconocimiento de las propias limitaciones pasadas o actuales, de los mitos que heredamos culturalmente, así como de las experiencias de las cuales podemos ir aprendiendo.
Las personas que se conocen bien, saben cuándo y cómo poner límites, entienden la manifestación de sus deseos y la respuesta de su cuerpo; por ello, este tipo de personas son las primeras en notar cualquier cambio en su cuerpo y su sexualidad.
El tercer punto clave se refiere a la comunicación y la asertividad sexual: Las personas con inteligencia sexual pueden y saben cómo comunicarse con su pareja y pedir lo que necesitan sin olvidarse de cómo ponerse en el lugar de él o ella y reconocer lo que la otra persona puede estar sintiendo; es decir, son personas honestas y empáticas con quienes se vinculan.
La inteligencia sexual ha sido poco estudiada en el ámbito científico, sin embargo ya se están desarrollando los primeros instrumentos para calcular el coeficiente sexual de una persona y para saber qué elementos son los que contribuyen a que alguien sea más inteligente que otros a nivel sexual. Del mismo modo, al conocer el CI sexual de alguien, se pueden crear ejercicios y textos que nos ayuden a elevarlo y a tener más posibilidades de tener una muy buena salud sexual y relaciones sexuales satisfactorias.
¿Suena difícil de conseguir? Sí, ciertamente ser una persona con inteligencia sexual puede ser una tarea que requiera de nuestro tiempo y esfuerzo, pero vale la pena si reconocemos que al incrementar el conocimiento que tenemos de nosotros, de nuestro placer y del placer de la pareja, en realidad estamos trabajando para mejorar nuestra sexualidad y nuestro autoconocimiento.
Después de todo, los mejores amantes, no son aquellos que creen saberlo todo, sino aquellos que están más dispuestos a aprenden de sí mismos y de los demás.
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