Un terremoto es un temblor que se produce en la superficie terrestre causado por la ruptura repentina y movimiento de grandes secciones (placas tectónicas de la corteza más externa) de la Tierra. En un principio se entiende que el deslizamiento de estas áreas tiene un origen natural, sin embargo, algunos científicos aseguran que el Programa de Investigación de Aurora Activa de Alta Frecuencia (HAARP, por sus siglas en inglés) podría tener oscuros intereses y estar destinado a generar “terremotos programados”.
Este programa militar, desarrollado por el Gobierno de los Estados Unidos en 1992 y con base en Gokona, Alaska, consta de una cadena de transmisores y antenas que se utilizan para enviar energía y calentar la ionósfera. Los transmisores crearían una aurora artificial que sirve como laboratorio para estudiar el comportamiento de las partículas en la ionósfera, pero sus consecuencias pudieran ser altamente destructivas para el planeta y, según algunos críticos de esta tecnología, sería el posible punto de origen de fenómenos y desastres naturales tales como huracanes, tornados y terremotos —que como una película de ciencia ficción—pudieran ser programados con tan sólo pulsar un botón.
Si bien hasta ahora el verdadero propósito de esta arma experimental se mantiene en secreto —pese a que fue oficialmente puesto fuera de servicio por las fuerzas áreas de EEUU en junio de 2014— la sofisticación del HAARP y la forma como se emplea para realizar pruebas y experimentos es capaz de generar un intenso debate, ya que el proyecto no fue clausurado como se esperaba en un principio, y da origen a teorías conspirativas que lo sitúan como un intento de crear un arma experimental que sería capaz de controlar a su antojo el clima y al campo electromagnético natural de la Tierra.
El proyecto HAARP: ¿Una fábrica de terremotos?
Científicos y especialistas en tecnología sostienen que los rayos enviados por las antenas del HAARP podrían crear un hueco en la parte superior de la atmósfera, lo que significa que podría interferir con las energías magnéticas del planeta y paulatinamente terminará alterando la vida en la Tierra, destruyendo su ecosistema natural y, por tanto, acabando con decenas de habitantes y recursos naturales.
El 12 de mayo de 2008 en Sichuan, China, se registró un sismo de magnitud 7.8 en la escala de Richter. Los científicos y las fuerzas armadas de China denunciaron junto a Benjamin Fulford, editor de la revista Forbes para el Asia-Pacífico, que el terremoto había sido resultado del lanzamiento de una onda de 90 millones de voltios a la atmósfera por parte del programa HAARP.
Entre el 8 y el 12 de enero de 2010 se produjeron tres terremotos sobre Honduras, Venezuela y Haití, todos a una profundidad de 10km. El más recordado fue el que afectó severamente al país caribeño ocasionándole destrozos a gran escala, con graves pérdidas humanas y materiales de gran envergadura para una de las naciones más pobres del continente. Esta teoría se basa en que desde finales de la década de 1970, los Estados Unidos han avanzado enormemente en el desarrollo de dispositivos que usan una tecnología de Pulso, Plasma, Sonido y Electromagnetismo desarrollada por el científico Nicola Tesla junto con las denominadas “bombas de ondas de choque”.
Este argumento serviría para debatir sobre si los terremotos posteriores en Chile, Fukushima, Nepal, y más recientemente en Ecuador, son producto de los “errores” de un proyecto militar con graves consecuencias para el ecosistema. De acuerdo con investigaciones científicas vinculadas con la manipulación de frecuencias en la atmósfera, se deduce que mediante satélites u otros mecanismos de reconducción de ondas se pueden utilizar los “hipocampos” que generan el HAARP para otros usos distintos a los desastres naturales, sin embargo todavía no se ha puesto a prueba.
Esta herramienta militar potencialmente pudiera tener la capacidad, de desintegrar objetos, generar combustiones inducidas, cambiar patrones cerebrales, inducir conductas y hasta provocar enfermedades biológicas. Esto último resulta particularmente interesante, dado los recientes brotes de enfermedades tropicales que se consideraban superadas hace algunos años atrás.
Un programa de vieja data con diferentes desarrollos
Pese a que se considera oficialmente clausurado, el proyecto HAARP es uno de tantos de programas militares experimentales que llevó a cabo la Marina y la Fuerza Aérea de EEUU. Sin embargo, vale la pena repasar algunos proyectos anteriores que han implicado el estudio de la ionosfera y el uso de satélites espaciales con fines igualmente desconocidos, pero que se han publicitado, principalmente como dispositivos no bélicos. Entre estos destacan:
- El Project Starfish (1962) que buscaba realizar experimentos en la ionosfera para alterar las formas y la intensidad de ciertos sectores de la magnetósfera terrestre.
- El Solar Power Satellite Project (1968) que buscaba generar una constelación de satélites capaces de interceptar la radiación solar y transmitirla en rayos concentrados a la tierra para ser reutilizados.
- El SPS Military Implications (1978) fue una forma de rehacer el proyecto anterior para que fuese empleado con fines militares. La constelación de satélites podría usar la fuerza de la radiación solar en forma rayo para destruir misiles u objetos enemigos y alterar las comunicaciones.
Este tipo de experimentos implicaron la alteración de la atmósfera a través de múltiples satélites, y su uso ha sido el objeto de fuertes controversias. Principalmente, porque todos ellos vendidos al público como proyectos para realizar estudios y mejorar nuestro conocimiento de la física del planeta. Sin embargo, cada vez más son los que aducen que este tipo de instrumentos podrían ser responsables del impacto del cambio climático actual ¿Será el HAARP culpable del terremoto en Ecuador? ¿Mito o realidad?
DesdeLaPlaza.com/ Emanuel Mosquera