Este jueves 01 de octubre se cumple el primer aniversario de la siembra del líder juvenil y diputado a la Asamblea Nacional (AN), Robert Serra, asesinado hace un año junto a su compañera María Herrera.
Su convicción política le atribuyó muchos seguidores, al punto de lograr hacerse con un curul en el Parlamento venezolano a los 23 años, convirtiéndose en el diputado más joven en el cargo hasta el momento de su lamentable muerte.
Pero para celebrar su vida DesdeLaPlaza.com quiso resaltar ese lado humano de Robert que sólo sus familiares y allegados conocieron.
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Hablamos del hermano colaborador, el hijo cariñoso, el muchacho con ganas de superarse y quién mejor para hablarnos de esa faceta de Robert, que alguien que compartió su vida con él, su hermano Oliver Guzmán Aguirre.
“Fue de todo un poco: celoso, sobreprotector, divertido que a todo le sacaba un chiste”, así recuerda Oliver a Robert y destaca que más que un hermano fue como un padre para él y su hermana Bárbara.
“Fue una figura paterna, siempre estaba pendiente de su familia. Nos aconsejaba mucho, más que todo a Bárbara que era más peleona. Se ganó nuestro respeto y hasta le pedíamos la bendición”.
Recuerda que dos domingos antes de la partida de Robert de este mundo terrenal se habían reunido en su casa para cocinar. “Duramos varios días comiendo yuca hasta que Robert se cansó y le dijo a mi mamá: ‘bueno mamá hasta cuando tú me vas a meter la yuca, yuca aquí, yuca allá”.
Para la familia Serra el mes de diciembre era una celebración y el primero que estaba pendiente de realizar todos los rituales de fin de año era Robert.
“Los diciembre eran lo máximo. Después de la cena y de recibir los presentes sacábamos las pelucas, agarrábamos las maletas, y Robert era el primero que recorría las calles, cumpliendo la tradición para viajar el año que llegaba».
Comenta entre risas que Robert para el deporte era malísimo. “Mi mamá lo inscribió en Karate y se salió porque él no era pera de boxeo para estar recibiendo golpes”.
Robert se echó más de un paso
Su entorno sabía que Robert tenía su lado dicharachero y parrandero, pero las personas que lo conocían por su actividad política quizás no estaban al tanto de que era un excelente percusionista y que le encantaba bailar.
“En el liceo era el director de la banda show. Primero fue percusionista, después usó la trompeta y finalmente se quedó con la batuta”.
Afortunadamente sus pies llevaban el ritmo de la música y Oliver recuerda que en su adolescencia Robert armó un grupo con el cual se presentaban en los cumpleaños para divertir a las comunidades.
“Era tremendo bailarín. Cuando vivíamos en Altavista practicaba los pasos de baile con mis primas y los vecinos. Era muy alegre”.
Pero a pesar de sus dotes en la pista en algunas ocasiones rechazaba las invitaciones a rumbear como un joven de su edad. “Ahora soy un diputado de la República, eso era antes”.
Continuando con el legado
Como Robert siempre fue su modelo a seguir, en un momento de su vida pensó estudiar Derecho para “ser igual que Robert”, pero ante la negativa de su madre de tener dos abogados en la familia su hermano actuó como negociador, aunque al final no logró convencer a la señora Zulay.
“Robert intentó mediar con mi mamá, ‘bueno si él quiere estudiar derecho déjalo, que aprenda. Quien quita y en un futuro sea el que te defienda y te saque de un lio’. Pero no pudo convencer a mi mamá y al final se salió con la suya y terminé cursando la carrera de Estudios Internacionales”.
Actualmente Oliver preside el Cabildo Juvenil, sitio donde Robert inició su carrera política.
“Cuando tomé la decisión de seguir este camino me imaginé todas las escenas que viví con Robert. Él siempre me llevaba al Cabildo y dejó en mí una enseñanza política”.
Su intención en un futuro es seguir con el legado que Robert dejó en su circuito, aunque reconoce que algunas veces duda de su capacidad, pero consigue en su hermano la fuerza para seguir.
“El dejó un trabajo hecho y hay que retomarlo, impulsarlo y seguir trabajando con la juventud”.
Robert el diputado siempre se preocupó por su comunidad y siempre tuvo una palabra de apoyo para las personas. “No faltaba ese ‘yo te ayudo’. Algunas veces se preocupaba más por los demás que por él mismo”.
Destaca que una de las experiencias más bonitas vividas por Robert fue conocer al líder de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez.
“Cuando Chávez lo conoció le tocaba los pinchos y Robert parecía un niño con juguete nuevo. Ese día llegó a la casa feliz”.
Reconoce que todo el mundo conoce a Robert el diputado y dice sentirse orgulloso cuando recibe referencias de él en la calle.
“Tenemos que ser fuertes, en la familia nos preguntamos si debemos llorar o no. Pero debemos transmitirle ese fuerza que tanto lo caracterizó a él al pueblo”.
Finalmente, acepta que su intención es que el trabajo y la pasión que su hermano le dedicó a la Revolución y a la comunidad no sea olvidada.
“Lo que me interesa es que el nombre de Robert sea reconocido, que no se olvide. Robert amó tanto a la juventud, a la revolución, que yo prefiero trabajar en pro de eso”.
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