A Henry Ramos Allup le huele feo todo lo que sea diferente a él. Tan es así, que él mismo viene oliendo feo desde el 6 de diciembre de 2015 cuando ¿en mala hora? fue electo diputado a la Asamblea Nacional. Arremeter como lo hizo esa madrugada, lo hizo perder el poco aroma que tal vez le quedaba.
Que sus actos desprendan un hedor nada envidiable, sería exclusivamente su problema si sólo salpicara su flux. La hediondez se torna en fétida angustia cuando impregna el flux de los demás y la toga y el birrete de la ley. Como líder de la derecha maltrecha marionetada desde Washington, le ha dado por hacer el papel de zorrillo ante las decisiones del Tribunal Supremo de Justicia. Nada más y nada menos.
Aunque el artículo 254 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela establece que “el Poder Judicial es independiente” y que además “el Tribunal Supremo de Justicia gozará de autonomía” en varios órdenes, a Ramos Allup poco le importan tan determinantes premisas y desde su curul coge unas pataletas de desacato nunca antes vistas en la historia de nuestro país. Algo así como que “si el Tribunal no decide lo que yo quiero, entonces no sirve”. Huele tan feo, que lo que se inhala es a podredumbre de Golpe de Estado. Así de simple.
¿En cuál cabeza medianamente sensata cabe que se pueda cuestionar (como hizo la AN el jueves) una decisión judicial (la que sea) proveniente de tan alta investidura? Ojo: cuestionarla y también someterla y exponerla ante la opinión pública con el objeto de lograr de ésta las carantoñas necesarias para su “debida” desobediencia e improbación colectiva.
¡Claro que huele feo!, es sin duda alguna la penúltima fase de una asonada a fuego no tan lento que tiene en Paraguay y Honduras (el orden de los factores acá no importa) su más evidentes expresiones de subversión política.
¿Dijimos la penúltima fase? Sí, porque la última está donde todas y todos sabemos: en Miraflores. Para quienes no lo han olfateado aún, el próximo paso es ese: desacatar abierta y desafiantemente las decisiones del Ejecutivo.
Hay que prepararse para que las pestilencias golpistas no nos sorprendan.
DesdeLaPlaza.com / Ildegar Gil