Fritz Saint Louis, de 54 años, era un activista político defensor de los Derechos Humanos y de la causa bolivariana.
Estaba vinculado con la comunidad de inmigrantes haitianos en Venezuela y fue asesinado la noche del sábado de varios disparos dentro de su vivienda en el sector Soapire, Santa Lucía del Tuy, en Los Valles del Tuy estado Miranda, según lo informó la Fiscalía General en un comunicado.
Los hombres armados, sin mediar palabras, ingresaron a la vivienda de Fritz St Louis, donde se encontraba junto a su familia, y le dispararon en varias oportunidades provocando su muerte inmediata.
Fritz Saint Louis, fue miembro fundador del Comité de Solidaridad con Haití, Coordinador Internacional de Movimiento Unido Socialista Haitiano por el ALBA y Secretario General de la Casa Cultural Haitiana Bolivariana de Venezuela.
Fritz también fue candidato a diputado a la Asamblea Nacional en las últimas elecciones realizadas en diciembre de 2015.
El ministerio Público comisionó a la fiscal 9° del estado Miranda, Elizabeth Carvajal, a fin de que dirija la investigación.
El periodista venezolano Miguel Guédez tuvo la oportunidad de conversar con él en enero de 2010. Hace poco más de 6 años.
Guédez, recuerda la impresión que le generó Fritz en ese «breve instante» en que lo conoció:
“Fritz era una persona con una madurez política impresionante. Con una alta sensibilidad que expresó en todas sus acciones. Vi en ese momento a un hombre con una gran firmeza, convicción, seguridad y sinceridad por la lucha política de su pueblo, tanto en Venezuela como en Haití. Un hombre que buscaba generar un cambio y que esperaba las condiciones para volver… siempre volver”.
A continuación replicamos para ustedes la entrevista completa:
Abrimos comillas
“Vienen a estudiar y terminan vendiendo helados
En Venezuela se ha vuelto una costumbre, cuando escuchamos las campanitas de un “carrito” de helados, que venga a nuestra imaginación un haitiano. También muchas mujeres haitianas que viven en el país vendiendo mango verde en las esquinas de las ciudades. Ellos, los haitianos en Venezuela, no se relacionan mucho con los venezolanos y estos tampoco lo hacen fácil. El idioma es una primer limitante y, segundo, la mayoría está indocumentado y prefieren no exponerse hablando de más. Pero, nos hemos puesto ha pensar ¿por qué cada día vemos más haitianos en nuestras calles? Sólo sabemos que Haití es el país más pobre de América y tal vez del mundo.
Fritz Saint Louis llegó a Venezuela en 1985 como refugiado político, un año antes de que la dictadura de Jean-Claude Duvalier se viniera a pique. Es un activista político dedicado a luchar por los derechos de los haitianos en Venezuela y en su país natal. Es miembro fundador del Comité de Solidaridad con Haití y Secretario General de la Casa Cultural Haitiana Bolivariana de Venezuela.
—¿Fritz, actualmente, qué pasa en Haití, por qué está tan empobrecido?
—En 1915 nos invaden los Estados Unidos y de ahí en adelante este país hace lo que quiere en Haití: cambia los gobiernos, maneja el país, las arcas del Estado. Tenemos a la ONU en toda la administración pública.
Haití fue el primer país donde ensayaron el Tratado de Libre Comercio (ALCA) cuando, en 1987, después de la caída de Duvalier, el nuevo gobierno acaba con toda la industria que había en el país para que entraran las transnacionales. La gente no se da cuenta que todavía estamos pagando que los gringos hayan entrado a dominar la alimentación en nuestro país. Acabaron con toda la industria del azúcar, la harina, el cemento, el aceite, la leche, todo lo aplastaron, porque el gobierno de Nanphy lo eliminó y lo entregó todo a las transnacionales y ahora todo viene importado de los EEUU. Ahora el imperio tiene el control del hambre de nosotros. Jean Cocteau lo dijo, Haití es la única isla en el mundo donde sus habitantes no viven de la pesca, porque el gobierno de Namphy cobró un dinero a una compañía transnacional norteamericana para que botaran desechos tóxicos en el mar. Cuba, desde el primer gobierno de Préval, nos está ayudando a hacer el saneamiento en el mar.
—¿En qué época comenzó la gente a emigrar de Haití?
Desde 1971 comenzó a irse la gente de Haití, porque Duvalier se murió en ese año y llegó el hijo y, para consolidar el poder, éste comenzó a comerciar con las transnacionales. De ahí en adelante la economía, la producción nacional fue para abajo.
Nosotros tenemos que luchar contra el imperio norteamericano y también contra el haitiano que cree que es norteamericano. Más de un millón de haitianos viven en los Estados Unidos, contra ellos hay que librar una batalla ideológica. En total, tenemos más de dos millones de haitianos regados por el mundo, cuando Haití tiene como 10 millones de habitantes.
—¿De qué modo han llegado tantos haitianos en los últimos años a Venezuela?
—La gente cree que cuando llegue a Venezuela va a conseguir más, que va a vivir mejor, porque todo el mundo está buscando vivir mejor. Actualmente todos los que están llegando son jóvenes, porque el modus operandi es que vienen a estudiar, pero terminan vendiendo helados. Y por qué, pues porque es muy fácil. No necesitas manejar el idioma. Tú llegas y un señor te fía un carrito de helados para que salgas a vender a la calle, porque sabe que el haitiano llega y no lo va a robar, porque necesita la plata y gana por porcentaje de venta.
Hemos denunciado las mafias que están trayendo a los haitianos, que están íntimamente conectadas con las empresas de helados EFE y la Tío Rico. Nosotros hicimos varias denuncias de la forma en que están llegando los haitianos aquí, porque ellos se quitan la foto en el pasaporte y le ponen otra foto y lo traen para acá. Hemos hablado con el Ministro de Interior y Justicia Tarek El Aissami y con el actual director de la DIEX, Dante Ribas, para proponer un control en el aeropuerto de Valencia y el de Maiquetía, y esos controles están puestos, pero las mafias utilizan otros caminos, van primero a Chile o Argentina y después vienen para acá.
—¿Cómo está la situación legal de los haitianos en Venezuela?
—La mayoría no tiene sus documentos. Sin embargo, muchos han pagado dinero para hacer su documento; han dado hasta cinco mil bolívares fuertes para conseguir su visa, pero eso fue con la anterior gestión de la DIEX. Con todos los esfuerzos que está haciendo el presidente Chávez, lamentablemente es y las personas tienen que pagar para conseguir su documento. Actualmente nos hemos reunido con Dante Vivas, director del SAIME, de la Diex, para hablar toda esta situación. Esta institución estima que en Venezuela se encuentran habitando cerca de 10 mil haitianos.
—¿Algunos de los que llegan son exiliados políticos?
—No, estas personas son exiliados económicos, por la situación que se vive en Haití. Aunque yo diría al final, que el problema no es económico, sino que es un problema de conciencia, de decencia, de moral, porque en ese país se pierde todo, el civismo y todo, y un país así se convierte en una jungla. Yo una vez llegué a decir que si vaciaban el Banco del Tesoro norteamericano en Haití, mañana no va a haber ningún centavo y nada se va a resolver, porque el problema no es el dinero, porque Haití es uno de los países que recibe más ayuda en el mundo y ¿dónde está? Porque el dinero llega en un avión y se va en otro. Y el dinero está en Suiza, está afuera, y los organismos internacionales lo saben y deberían preguntarle a los que están gobernando qué hacen con el dinero, dónde están los reales.
—¿Qué se está haciendo en Haití para evitar el éxodo?
—De corto plazo no podemos resolver el problema, pero de largo sí. Hay una esperanza y hay que ir desde la base, con los campesinos, con los cultores, con los artesanos, con los vudú igual que con los evangélicos; hay que ir con todos y sentarse a discutir.
Hay un trabajo que estamos llevando a cabo poco a poco, porque esto va a contribuir a frenar el éxodo de personas que están saliendo del país, porque no podemos frenar sin la solución. Ahorita estamos frenando en Maiquetía, en Valencia, pero no estamos frenando las causas; por eso, si nosotros creamos condiciones para empezar a arreglar los problemas fundamentales, ahí sí vamos a comenzar a pararlos, porque hay que reconstruir el país y, para hacerlo, hay que reconstruir la agricultura del país, y eso ¿quién lo hace? Ese grupo de muchachos que están saliendo, ellos son los que pueden trabajar la tierra.
—¿Qué está haciendo Venezuela por Haití?
—Lástima, cuando hablamos de las instituciones sabemos que éstas no creen en el poder popular. En Haití, todo lo que Venezuela está haciendo es fracaso, porque todo va a la oligarquía haitiana y el gobierno, y eso no va al pueblo. Todas las comisiones venezolanas que van a allá, van a Puerto Príncipe y ahí lo que hay son puros ladrones, desde el primer mandatario nacional, hasta la última persona que tú ves en la calle. En Haití el cambio hay que hacerlo desde el campo, ahí la gente sí está clarita y tiene tiempo para pensar mejor lo que está sucediendo. Esa es la gente que hay que buscar y ayudar.
Venezuela mandó hace unos años un poco de tractores a Haití y tú preguntas dónde están ahora y nadie sabe, porque todos se vendieron a Santo Domingo. ¿Qué pasó con el asfalto, con el petróleo que Venezuela mandó a Haití? Lo está vendiendo la misma empresa que siempre ha vendido el petróleo y al mismo precio de siempre y todas las calles de Puerto Príncipe están llenas de huecos. ¿Dónde está el asfalto? Está tapando huecos en las calles de República Dominicana.
TESTIMONIO
“Me vine para seguir hacia Estados Unidos” Patrick Durandisse está encargado del depósito de carritos de helados EFE ubicado en la avenida Las Ciencias de los Chaguaramos.
Patrick llegó hace cuatro años a Venezuela y es un oriundo católico de familia, nacido en Leogame, pequeño puerto de Haití. Luego de haber culminado su bachillerato en un liceo público, en el que, sin embargo, se paga, pero menos que en un privado, decidió tomar, como turista un avión a Venezuela por falta de trabajo en su país. “Uno vive mejor aquí, en Haití casi no hay empleo y la gente trabaja en la calle, porque conseguir trabajo con empresas o el Gobierno es muy difícil”.
Este joven haitiano aterrizó a los 26 años en la patria de Bolívar. “Me vine para seguir hacia Estados Unidos, porque escuché decir en Haití que era más fácil desde Venezuela ir a Miami”, explicó Patrick, pero aún continúa aquí. Probablemente cuando Durandisse se dio cuenta que el viaje “a la tierra de las oportunidades”, o que el “american dream” no estaba tan fácil del todo, decidió enrumbarse en el viaje de los estudios, así que se metió a estudiar la carrera de informática en la Universidad Bolivariana de Venezuela, la cual no pudo culminar porque al año le solicitaron papeles, “se acabó mi visa y tuve que dejar la universidad, aunque ellos prometieron ayudarme con los papeles, no se pudo hacer nada”. ¡Tilín, tilín! Durandisse ha estado trabajando para la compañía de helados EFE y explica que las ganancias que recibe un vendedor de helados es porcentual con respecto a la venta del día; en este sentido, sólo el 25% de lo vendido es lo que llevan para la casa.
Este día los carritos estaban estacionados fuera de la bodega y los haitianos conversaban con mucho entusiasmo, a pesar de un día perdido de trabajo. “Hoy no hay hielo para los carritos y no trabajaremos. Dicen que mañana nos llega; a veces duramos una semana sin trabajar”, explicó el encargado del lugar, Patrick.
A pesar de que Patrick asegura que aquí les va mejor de lo que les iría en Haití, aunque no del todo como quisieran, cuenta que trabajar con la EFE implica no tener ningún seguro social o, hablando en términos mayores de vida, este haitiano dice que “si te enfermas, con tus reales no te alcanza…” Y en señal de ahogo se lleva la mano al cuello.
También los policías matraquean a los haitianos, aprovechándose de su condición de vulnerabilidad legal. Patrick cuenta que “una vez, hace un año, le quitaron a dos muchachos sus carritos en el estadio Universitario de la UCV. La policía se los llevó presos, se comieron todos los helados y no les devolvieron los carritos. Después, ellos tuvieron que pagar los helados que los policías se comieron y más nunca vieron los carritos”.
Volver volver…
“Tengo un hijo allá y mi mamá, ¡claro que quiero volver a Haití!”, dijo Patrick con entusiasmo a la pregunta si volvería a su país. Aseguró no sentirse del todo bien aquí porque su familia, su gente, está allá, en la isla.
ÁNGEL MÉNDEZ/ CIUDAD CCS»
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