El 11 de abril de 2002 más que un recuerdo ahora es una advertencia: para el jueves 1 de septiembre la derecha aspira movilizar a un millón de personas en Caracas, con un rumbo final aún sin definir ¿Casualidad o receta? De lo vivido algo se aprende, sobre todo de la historia.
En la Venezuela del siglo XXI ya es histórico que los factores de derecha golpista reaccionen con violencia ante sus propias derrotas, lo hicieron en 2002 para detener el avance revolucionario con las 41 leyes Habilitantes, en las guarimbas de 2004, en 2013 con la descarga de “arrechera” de un catártico candidato perdedor Henrique Capriles y el plan “La Salida” que en febrero de 2014 produjo 43 muertos y más 800 de heridos
Ahora no se trata del desconocimiento de unos resultados electorales, por lo contrario es la frustración de victoria mal administrada en las elecciones parlamentarias de 2015, con la que pretendieron allanar su camino a Miraflores en un lapso de seis meses, dando traspiés con sueños de renuncias presidenciales y fantasías lúbricas de elecciones anticipadas para engañar a sus seguidores, en descuido de una convocatoria a referéndum revocatorio y el contexto de una guerra económica que no produjo el estallido social esperado.
Se reedita el guión partiendo desde el engaño, decepción y recurrente falacia que detrás de una retórica de unidad, conciliación y colaboración de clases, tradicionalmente el fascismo “intenta construir una línea de penetración y reclutamiento de masas en la clase media y la masa popular marginada, a través del descontento y la desmoralización provocados por la crisis económica”, como lo explica la publicación Fascismo, hecha por el grupo Multitud y comuna, publicada por el Ministerio del Poder Popular para la Comunicación y la Información.
Guerra avisada
En El fascismo, del argentino experto en neonazismo Alfredo Bauer, se explica que “Como toda demagogia, también la fascista se basa en las necesidades reales y señala objetivos y soliciones falsas procurando lanzar al pueblo en una dirección que no corresponde a sus intereses y sí a los de sus explotadores”.
Recuérdese cómo en la tarde del 11 de abril una masa de venezolanos fueron llevados como corderos a través de una marcha desviada hacia “la batalla final” de Miraflores, mientras quienes la promovieron estaban bien resguardados, protegidos por perros de la guerra o por el aire acondicionado de un estudio de televisión.
En la víspera de “la toma de Caracas” un presunto correo electrónico de un diputado opositor Freddy Guevara (Voluntad Popular) se viraliza revelando acciones violentas, hay detenidos por porte ilícito de armas y explosivos plásticos, al tiempo, en Youtube la ficción de los videoclips pretenden envalentonar a la reacción más pueril de las redes sociales y el gobierno nacional sale al paso con el alerta sobre un plan desestabilizador, una vez más amparado desde el extranjero y acompasado por la propaganda en redes sociales que promete “cambio” para ir calentando la calle.
La derecha vocea su guerra avisada, la misma que suena aquel abril de 2002, ese “paro indefinido” o cierre patronal cuyos agentes son los mismos que promueven la guerra económica, los paramilitares del plan magnicida de Robert Alonso, creador de las guarimbas de 2004, impulsadas por elementos radicales que también actuaron en 2013 y 2014, con llamados desde la misma dirigencia opositora que generaron víctimas, a lo que se suman los asesinatos selectivos que le quitaron líderes a la revolución.
Actúan los mismos factores que apuestan a la aventura política al margen de la legalidad, como fue su llamado a “elecciones ya” durante el sabotaje petrolero de 2002-2003 y aquel referéndum consultivo que buscaba una “derrota moral” del chavismo, y hoy alegan que el 1S marcharán en defensa del voto, aparentemente para conminar al Consejo Nacional Electoral a que anuncie una fecha para el referéndum revocatorio, violando el cronograma contemplado en su normativa, basándose en que la fuente de toda legitimidad es la “voluntad” u “opinión” del pueblo, como lo dijo la llamada Mesa de la Unidad Democrática en un reciente comunicado y como también lo sostienen los manuales golpistas de Gene Sharp.
Golpe no convencional
¿Quién es el agente del caos? El golpe militar que derrocó a Salvador Allende en Chile lo hizo una Junta Militar, lo mismo en Argentina en 1976, y otros eventos similares en la región contaron incluso hasta con la ocupación militar de Estados Unidos; en 2002 los rostros visibles de la reacción eran la “sociedad civil”, la “gente del petróleo” y los medios de comunicación, pero el adversario aprendió a mimetizarse reclutando jóvenes para diluir al agente violento en la masa y aplicar un modo no convencional de guerra en lo económico que orientó la tendencia del voto a favor de la oposición en las elecciones parlamentarias.
El golpe blando o las recetas de Gene Sharp aplicadas en Serbia, la llamada “primavera árabe” y recientemente la región eurasiática, se sostiene sobre la simpatía que cierta dirigencia conspiradora pueda generar en la masa y no sorprende que Lilian Tintori, esposa de Leopoldo López haya declarado, como un diálogo de película dominguera familiar que «mi orgullo hijos, es que yo junto a un grupo de amigos de papi tumbamos el gobierno constitucional», expresión fascista y antidemocrática que con publicidad se disfraza de desobediencia civil.
Un golpe de Estado clásico incorporaría a militares y medios de comunicación. Evaluando el contexto actual venezolano, en primer lugar el sector militar respeta la constitucionalidad como lo afirmó el ministro para la Defensa, Vladirmir Padrino López, quien advirtió a quienes pretendan promover la violencia que recibirán una “respuesta contundente” por parte del Estado; en segundo lugar los medios de comunicación no agitarían como lo hicieron en 2002, porque para eso están las redes sociales, que cumplen el rol de “difusores vitales”, como dice Sharp, para generar “un espacio favorable para manipular la realidad del país, empujarlo hacia su propio desastre y concretar la conspiración”.
Entrevistado por José Vicente Rangel, el diputado por el Partido Socialista Unido de Venezuela, Héctor Rodríguez, advirtió que esta nueva convocatoria de la llamada Mesa de la Unidad Democrática “no es más que el inicio de una nueva ola de violencia en Venezuela”; por su parte el diputado Julio Borges (Primero Justicia) sostiene que tal movilzación busca la paz del voto.
Pero, lo que no dicen unos, lo dicen otros. Ante las denuncias de planes violentos, Carlos Santafé, dirigente de Primero Justicia en el estado Carabobo advierte que si el gobierno “no garantiza la seguridad de los ciudadanos es otra razón más para sacar al gobierno, para revocarlo”; por su parte, en un artículo, el periodista opositor Gustavo Azócar plantea convertir a la marcha del 1S “en la primera de una serie de 100 jornadas sucesivas de protestas cívicas, pacíficas y democráticas, realizadas todos los días a nivel nacional”.
Agotados los recursos del golpe parlamentario que se logró en Paraguay contra Fernando Lugo (2012), y lejos de un eventual secuestro del presidente se hizo en Honduras contra Manuel Zelaya (2009), y sin éxito en Ecuador contra Rafael Correa (2010), y sobre los errores de un 11 de abril que mostró la vanagloria en las caras visibles de la conspiración, no se descarta consultar el manual del golpe para hacer un llamado que propicie una guerra fratricida entre venezolanos, con activación de focos de violencia de forma “espotánea” y sin responsables “preñados de buenas intenciones”.
Diálogo, calle y gobierno en resistencia
Del texto Fascismo se infiere la necesidad de comprender que la profunda crisis política que hay no es del chavismo, es de la oposición venezolana, que no ha sabido manejar sus derrotas, ni sus victorias. Para la derecha en el mundo y en otros momentos “su única salida era atacar el nivel de vida del pueblo trabajador” para que los desesperanzados favorezcan al fascismo, que ha llegado al poder a través de elecciones o golpes de Estado, estrategia y meta que la oposición en Venezuela aún no ha logrado.
Contenidas estas ansias no es descabellado presumir la instauración de un fascismo de calle: se capturan a dos jóvenes con armas facsimilares, ocurre la detención del dirigente de Voluntad Popular, Yon Goicoechea, con explosivo plástico (C4), representante de una de las agrupaciones políticas reaccionarias muy conocida por su acción como fuerza de choque; las recientes declaraciones del vocero del departamento de Estado, Jhon Kirby, quien criticó el traslado del ex alcalde opositor Daniel Ceballos de su arresto domiciliario a un centro penitenciario, como muestra de intimidación de gobierno, cuando se denunció su pretensión de fuga y participación en actividades violentas para el 1S.
Dicen en el llano que “a pica’o de culebra, bejuco le para el pelo”, es importante el aprendizaje de estos 17 años de resistencia que le ha tocado manejar al gobierno y que cabalgándolos ha logrado conquistas sociales, sin embargo, la propaganda desestabilizadora solo muestra la foto reciente, la de una guerra económica que propiciaría un eventual fin del chavismo.
Héctor Rodríguez reafirmó que el diálogo es vital para garantizar la paz “impedir acciones golpistas como la registrada en abril de 2002 y evitar que la violencia de imponga como herramienta política”, ante una oposición que se “ha encerrado en su propia trampa” que es tener que hablarle obligatoriamente al sector radical que ellos mismos engendraron. Por su parte, el vicepresidente ejecutivo Aristóbulo Istúriz, señaló que “la organización del pueblo y la conciencia son fundamentales para lograr la victoria frente a las embestidas de la derecha venezolana”.
El lunes 29 se anunció una gran movilización del chavismo para el 1S con las banderas de la paz y conciencia popular, por su parte el Jefe de Gobierno del Distrito Capital, Daniel Aponte, informó que en beneficio de a paz, las marchas opositoras, que parten de cinco puntos de Caracas, desde los municipios Baruta, Sucre y un punto en el suroeste de Libertador no llegarán al centro de la capital. Por su parte, el instituto Nacional de Aeronáutica Civil anunció la prohibición del sobrevuelo de drones y aviones privados en el cielo caraqueño.
De lo vivido se aprende. El muro de contención ante cualquier modo violento siempre será la paz y la ocupación física y simbólica de los espacios del pueblo, que no debe continuar sujeto a las condiciones impuestas por una “sociedad civil” cuya cuota el 11A era la de “poner los muertos”.
DesdeLaPlaza.com/Pedro Ibáñez