Vivimos supuestamente en un estado democrático, donde al gobierno lo ejerce el pueblo por medios de sus representantes elegidos libremente, pero ¿es así?
En una democracia representativa, el poder es delegado por el pueblo, mediante elecciones libres de los candidatos que van a representar y gobernar de acuerdo a la forma de pensar y sentir de sus representados. Pero, ¿vivimos realmente gobernados por nuestros representantes? Es decir, ¿las personas que elegimos realmente son las que gobiernan?
En la práctica no es así, en la práctica se ve una continua lucha entre el poder político y el poder económico para ver quién es el que realmente gobierna y, lamentablemente para el pueblo, siempre termina gobernando el poder económico. ¿Cómo? El poder económico tiene múltiples formas de gobernar, a través de los gobernantes y a través del pueblo mismo, que ni se da cuenta que está siendo usado como factor de presión y, si se da cuenta, le gusta y no dice nada.
Una de las foremas de gobernar es a través de los gobernantes, mediante la manipulación de los medios de producción. Un ejemplo de esto es el manejo de la soja por la empresa multinacional Monsanto (Argentina). Esta empresa es un fiel reflejo de cómo se gobierna desde las sombras, mediante sobornos, prebendas, no sólo al poder político, sino al mundo científico que lo puede desafiar y también a las autoridades de contralor.
Monsanto crea una semilla de soja en forma transgénica que es resistente a todos los herbicidas. Para tener una buena cosecha de soja, hay que tener el suelo libre de malezas que impiden el desarrollo y, la forma más fácil y que deja mayor margen de ganancias, es mediante el uso de herbicidas. Pero la soja es una hierba, y acá está el gran negocio: hago una soja resistente a los herbicidas, y así les proveo las semillas, y el herbicida y le cobro por la semilla, el herbicida y el derecho a uso de la semilla que está patentada a mi nombre.
Ahora bien, ¿no les da curiosidad qué se hace con tanta, tanta soja? ¿Quién la consume? ¿Quién consume los millones de toneladas que se producen al año? No sé; China quizás, consume muchísima soja pero ¿tanta? Lo real es que Argentina era hasta hace algunos años un país cerealero, de trigo, maíz, girasol; ahora somos un país sojero, y dentro de unos años cuando el deterioro de los suelos sea tal, ni siquiera sojero. ¿Será la soja una nueva forma de imperialismo? ¿Será la soja la nueva amapola, como fue ésta en la guerra de Inglaterra y China?
A través del pueblo, una de las formas de gobernar, es creándole una necesidad tal que no puede vivir sin ese elemento que le ofrece el poder económico. El ser humano tiene necesidades básicas que deben ser satisfechas para su subsistencia, beber para la sed, comer para el hambre, estudiar para el intelecto, distraerse, entre otras. Estas necesidades pueden ser satisfechas, por ejemplo con agua para la sed; ahora bien, no hace falta tomar gaseosa para la sed, pero a través de la publicidad se crea la imperiosa necesidad de tomar de cierta marca de gaseosa. Puede ser un ejemplo pavo, pero a eso mismo lo podemos trasladar a otras áreas, más álgidas como salud, donde el tema es más peligroso ya que se juega con la vida misma y ¿cuánto vale la vida de un hombre? Menos, seguramente, que las ganancias que dejaron la venta de los antivirales por la gripe porcina, para citar un tema que relativamente pasó hace muy poco.
Estos poderes económicos llegan a las personas mediante los medios de comunicación masiva, hijos dilectos del poder económico que, mediante la publicidad (nadie escupe la mano del que te da de comer) o directamente siendo dueño de los medios, nadie sabe qué capitales se pueden esconder tras una Sociedad Anónima o mediante empresas subsidiarias fantasmas que participan en los holding. La legislación comercial es tan amplia y benefactora y estos medios influyen en la población en una forma tan alarmante que se han convertido en el cuarto poder (obviamente con el beneplácito del poder económico).
Y el poder económico, para terminar este brevísimo análisis, maneja también al poder político simplemente comprándolo, hecho más viejo conocido del mundo y siempre negado: La vieja y querida coima, que maneja al mundo, un gran invento del poder económico. Si no te puedo vencer, te compro.
Por eso, como diría el querido Tato Bores, “mis queridos Chichipíos”, en este mundo vapuleado la democracia es el disfraz donde se esconde el verdadero sistema de poder, la Mercadocracia, el gobierno de los mercados económicos.