“¡Pero si no he hecho nada!” Estas fueron las últimas palabras de un conductor afroamericano antes de que un policía le pegase un tiro en la cabeza, tras una conversación por una supuesta infracción de tráfico.
El suceso ocurrió el pasado 19 de julio, cuando Ray Tensing, un policía blanco de 25 años que patrullaba por la Universidad de Cincinnati, en el estado de Ohio, detuvo a un carro que no llevaba matrícula delantera.
Al volante del vehículo se encontraba Sam DuBose, un afroamericano que se extrañó de que el agente le hubiese parado.
Tras un breve diálogo, el policía pidió al conductor que se quitara el cinturón de seguridad. Fue entonces cuando el agente se sintió amenazado, sacó su pistola y disparó a la cabeza del conductor.
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La escena fue registrada por la cámara de vídeo que llevaba en su uniforme el policía, que tenía cuatro años de experiencia.
Intención de matar
El fiscal que llevó el caso, Joseph Deters, sostuvo ante el jurado que Tensing tenía toda la intención de matar cuando efectuó el disparo. “Ver la grabación me ha destrozado el corazón”, ha declarado el fiscal, quien actuó con enorme rapidez para llevar a Tensing ante la justicia.
Este nuevo caso de presunta violencia policial se produce cuando todavía resuenan los ecos de una situación similar ocurrida en Texas. Sandra Bland, una afroamericana que fue detenida por una discusión de tráfico con un agente, apareció muerta en su celda días después.
En los últimos meses, se suceden los casos en EEUU de presunta brutalidad policial cometida por policías blancos contra ciudadanos negros.
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