Los ataques terroristas perpetrados el viernes en París marcan un nuevo y estremecedor punto de horror en la constante expansión de atentados atribuidos a o reivindicados por el Estado Islámico (EI o ISIS por sus siglas en inglés).
Casi todo el año pasado y parte del este, el autodenominado Estado Islámico se concentró en tomar y conservar territorios en Medio Oriente (El enemigo cercano). Para sus líderes en Raqqa o en Mosul, lo que continúa siendo su prioridad.
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Mientras se debilitan bajo la arremetida diaria de las fuerzas de la coalición internacional liderada por Estados Unidos, que va eliminando a un líder tras otro, cada vez se eleva más dirigir o inspirar ataques en países más lejanos.
Una cuidadosa planificación
En el mes de junio, EI se atribuyó un ataque armado en un resort de playa en Susa (Túnez) en el que murieron 38 turistas, de los cuales 30 eran británicos.
Por otra parte, en octubre, Turquía acusó a ISIS por un ataque suicida en Ankara en el que fallecieron 102 personas. Ese mismo mes, un grupo vínculado con EI en el Sinaí se atribuyó el derribo de un avión comercial ruso en el que murieron las 224 personas que iban a bordo.
También, el 12 de noviembre, EI se atribuyó un ataque con bomba en el bastión de Hezbolá que causó 44 fallecidos. Entonces vinieron los ataques de París, con sus 132 muertos y más de 350 heridos.
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No son ataques aislados, de lobos solitarios que actúan de forma espontánea.
Estos ataques, no necesariamente son difíciles de ejecutar, requieren planificación, preparación, entrenamiento, apertrechamiento de armas y explosivos, reconocimiento de objetivos y un cuidadoso proceso de reclutamiento de los llamados «mártires», jóvenes fanáticos preparados para realizar los ataques con plena conciencia de saber que puedan morir durante la operación.
Las agencias de contraterrorismo occidentales concluyen en que aún hay gente que aspira a realizar este tipo de ataques a gran escala, por lo tanto, la amenaza principal muy probablemente procede de «espontáneos», personas como las que mataron al soldado Lee Rigby en Woolwich, cerca de Londres, en 2013.
Una ventana que se cierra
Los 1.600 kilómetros de frontera entre Turquía y Siria no solían ser un obstáculo para los miles de aspirantes a yihadistas que abandonaban Europa para sumarse a las filas de EI.
Gran parte del lado sirio está ahora bajo control del YPG, las milicias kurdas que combaten a EI.
En consecuencia, la «ventana» mediante la cual los nuevos reclutas pueden cruzar se ha reducido considerablemente. Irak no es una ruta realista para que los yihadistas europeos lleguen a Siria, la frontera con Jordania está cerrada y en el Líbano corren mucho riesgo de ser atrapados por las fuerzas de seguridad.
Sin apoyo en el terreno
Sin embargo, al buscar causas, las últimas derrotas en el terreno que ha sufrido el autodenominado Estado Islámico (EI) en Siria e Irak pudieron ser el detonante de los ataques en París, reseña la prensa francesa dos días después de los ataques de París.
DesdeLaPlaza.com/BBC/WG