El dos de octubre se cumplió un nuevo aniversario del nacimiento de Mahatma Gandhi, el profeta de la No-violencia. Él la ejerció e hizo de ella su práctica frente a la violencia militar ejercida por el ejército Británico. 1900 años atrás, aproximadamente, Jesús de Nazaret iniciaba el camino queriendo desterrar la ley del Talión (ojo por ojo, diente por diente) con la frase: Si te pegan en una mejilla pon la otra. Y con la práctica, cuando fue apresado para su muerte, se entregó sin resistencia. Pero, a pesar de los ejemplos, el camino de la No-violencia no es fácil, pero sí necesario.
Todos los días en el diario salen actos de violencia. Gente que protesta porque quiere algo, son reprimidas por la fuerzas del orden, que creen que la única forma de contención es con violencia. Como se vio en Cataluña en estos días. Personas que quieren algo también muchas veces utilizan la violencia como camino para conseguirlo y son reprimidas de igual manera, apagando un fuego con nafta.
Dos personas se sientan a discutir de un tema con posiciones netamente opuestas. No llegan a un acuerdo y terminan en un enfrentamiento violento, que puede ser tanto verbal como físico. En la discusión ninguno de los dos admitió errores propios, sólo ajenos. El otro es identificado como dueño absoluto de la falsedad, del error, de todo lo que daña al mundo que yo deseo.
El monje trapense Thomas Merton en su texto Verdad y Violencia dice: “La falsedad básica está constituida por la mentira de que estamos completamente dedicados a la verdad, y de que podemos estar dedicados a la verdad de un modo que es al mismo tiempo honesto y exclusivo: que tenemos el monopolio absoluto de la verdad absoluta, así como nuestro adversario ocasional tiene el monopolio absoluto del error. Luego nos autoconvencemos de que no podremos preservar nuestra pureza de visión ni nuestra sinceridad interior si entramos en diálogos con el enemigo, pues él nos corromperá con su error. Finalmente, creemos que no puede preservarse la verdad a menos que destruyamos al enemigo -porque, como lo hemos identificado con el error, destruirlo es destruir el error. El adversario, por supuesto, tiene sobre nosotros exactamente la misma política básica por la cual defiende la “verdad”. Él nos ha identificado con la deshonestidad, la insinceridad y la falsedad. Piensa que si nosotros somos destruidos, no quedará en pie otra cosa que la verdad.”
El problema es que la verdad es destruida en ese proceso y no queda en pie nada. Había un refrán contrario a la ley del Talión que describen esta situación: “Ojo por ojo, quedamos todos ciegos”. Al que le podemos agregar el que dice: “Tú crees que me matas, yo creo que te suicidas.” Y es así. Si no se corta la cadena de violencia, quedamos ciegos. Si no cortamos las cadenas de asesinatos, no quedará nadie vivo.
Un hombre de 64 años con armas de guerra disparó sobre personas que estaban escuchando música country. Mató a 58 personas que no conocía, que no tenían relación con él, no fue en nombre de algún dios o de alguna religión, no fue por la opresión. Simplemente salió y mató. Cada tanto en el país más armado del mundo, en el país que se cree el comisario que impone el orden, siempre por la fuerza, surge un Llanero Solitario y descarga la soberbia de ordenador del mundo en su propio mundo. Y mata.
Jesús quiso eliminar la ley del Talión poniendo la otra mejilla. Ghandi quiso eliminar la violencia con la resistencia pacífica. El primero fue crucificado, el segundo asesinado de un balazo. Los dos fueron ejemplos de una lucha no-violenta. Y sin embargo el mundo no entendió. ¿Es el hombre tan violento por naturaleza que no puede apartarse de ella? ¿Es tan difícil el camino de la no-violencia que se hace imposible de transitar?
Rigoberta Menchú sufrió la violencia del gobierno de Guatemala, le mataron a casi toda la familia, sin embargo ella no tomó las armas. Luchó por la paz. Pérez Esquivel luchó en forma pacífica contra la dictadura militar en Argentina, sólo con la palabra. Pero, ¿es fácil el camino de la no-violencia? ¿Es fácil cuando te disparan para matarte, no sólo con armas, también con planes económicos y leyes, responder con no-violencia? NO, no es fácil, es muy, pero muy difícil. Se podría decir que es jodidísimamente difícil, pero necesario. La violencia sólo genera muertos, la violencia sólo genera dolor. Apagar la violencia con más violencia es querer destruir al otro. Ejercer violencia para defender mis derechos, es negarle los derechos al otro, y el otro,
el otro soy yo
en la mirada
de otro.