Somos mamíferos. Estamos diseñados para criar a nuestros bebés en contacto continuo, para alimentarlos con nuestro cuerpo y para llevarlos cerca hasta que en forma natural comiencen a independizarse y valerse por sí mismos. La crianza en brazos se refiere a mantener los primeros meses y años de vida el apego permanente madre-padre-hijo, ofreciendo presencia y atención a sus necesidades básicas en forma inmediata.
Para facilitar esta tarea, desde tiempos ancestrales surge el porteo, como un sistema de transporte que asegura el contacto constante entre el bebé o niño (porteado) y el adulto o porteador. Los sistemas de porteo para bebés, como los fulares, mochilas o canguros deben ser ergonómicos, para que puedan aportar todos sus beneficios; es decir, que deben respetar la fisiología y fisionomía del niño y del adulto.
El porteo es muy beneficioso para padres y bebés, además de ser cómodo, es una herramienta muy práctica para tener las manos libres y poder desplazarse y realizar otras actividades mientras el bebé, descansa, se alimenta con leche materna o simplemente se mantiene despierto y estimulado.
El criar en brazos fortalece los vínculos y genera una relación muy especial entre el bebé y la madre (su principal figura de apego). La secreción de las hormonas de la “felicidad” como la oxitocina y endorfinas, así como la de prolactina (productora de leche materna) aumentan con el contacto estrecho y por lo tanto mejoran el humor de ambos, favorecen la lactancia materna y previenen la depresión postparto.
Además aporta seguridad y permite reconocer más rápidamente las señales del bebé e identificarlas. Estimula en forma ideal todos los sentidos del niño, mejora su neurodesarrollo, sistema motor, el equilibrio. Muchas áreas cerebrales, como la del lenguaje, se estimula al permitirle al niño ver el mundo y escucharlo desde la perspectiva adulta. El niño está presente en las conversaciones, paseos y expresiones corporales del porteador.
Desde el punto de vista físico muchos problemas iniciales de la vida extrauterina se resuelven con el porteo, como los cólicos del lactante, los gases, el llanto y el reflujo (buches). Un buen sistema de porteo evita deformidades craneales, de cadera y columna vertebral.
En bebés prematuros y recién nacidos, el porteo o método canguro ha demostrado mejorar las condiciones fisiológicas estabilizando ritmos como la frecuencia cardíaca, la respiración, la temperatura y hasta el sueño. La inmadurez de los sistemas del recién nacido se acopla a los ritmos del porteador y maduran en forma más rápida y estable.
Para empezar a portear, además de la disposición e información previa, es requisito indispensable adquirir o fabricar un portabebé ergonómico, que tiene que cumplir los siguientes requisitos:
- Respetar las normas del porteo seguro (posición fisiológica del bebé, correcta tensión y ajuste, la región abdominal debe ir contra el cuerpo del adulto (barriga con barriga), cabeza correctamente sujeta y vías respiratorias del bebé despejadas).
- Que el bebé quede a la altura correcta (las nalgas del bebé nunca deben ir por debajo del ombligo del adulto y, en bebés pequeños, que se le pueda dar un beso con comodidad en la cabeza pero no rozarlo con la barbilla). Las piernas del niño deben mantener la postura de una ranita (abiertas y flexionadas hacia la cadera, rodeando el cuerpo del cargador)
- Tener soporte firme pero adaptable, de modo que un bebé con un grado de movilidad mayor, pueda tener mayor libertad de movimientos. Siempre debe sostener toda la espalda del bebé, hasta la cabeza, si se duerme.
- Adaptarse al crecimiento del bebé.
- Ser cómodo para el porteador y sencillo de usar. Y lo ideal es que sea elaborado con material acorde al clima.
Llevar al bebé cerca es una experiencia maravillosa que crea un sentimiento de protección y el inicio de una estrecha relación entre hijos y padres. Poder estar tan cerca del porteador transmite mucha tranquilidad a los bebés, que se sienten seguros y protegidos. Está demostrado que es un método seguro y beneficioso si se realiza adecuadamente y debe ser conocido por el pediatra para que su uso sea recomendado y supervisado.
No hay límite de edad ni de peso para practicarlo, llega un momento en que los deseos de caminar y correr del niño, como evolución de su independencia natural, superarán las ganas de ser cargado constantemente, así que ha disfrutar de los brazos y los abrazos mientras se pueda…
Dra. Morella Martínez de Herrera.
@pediatraymamaig