Nacido el 14 de mayo de 1944 en Modesto, California, George Walton Lucas Jr. es una de las figuras más relevantes del cine de finales del siglo XX, sobre todo en lo que respecta al género de Aventura, de Fantasía y de Ciencia Ficción.
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Aunque de joven quiso ser piloto de carreras, un accidente automovilístico que casi le cuesta la vida, le hizo cambiar de aspiraciones, orientando sus intereses hacia temas más académicos, como la sociología o la antropología, lo que le conduciría a estudiar cine en la Escuela de Artes Cinematográficas de la Universidad del Sur de California. Allí se codearía con otros futuros cineastas como Walter Murch, Hal Barwood y John Milius (entre otros). Aunque el más significativo de ellos sería Steven Spielberg, con quien forjaría una amistad que dura hasta hoy.
THX 1138 (1971), American Graffiti (1973) y la primera película de Star Wars (1977) serían sus tres primeros proyectos serios. Sin embargo, la última sería la que le daría un renombre en el mundo del cine, gracias a los fabulosos efectos especiales, algo revolucionario para la época. Esto claro, se debió en gran medida a la creación de la productora Lucasfilm y a la empresa de efectos especiales Industrial Light and Magic, que le dieron la infraestructura necesaria para desarrollar su imperio.
Mientras Star Wars, su buque insignia, se convertía en un fenómeno de masas, Lucas desarrolló como productor o guionista otros proyectos durante la siguiente década. Los más sonados fueron la saga Indiana Jones (en colaboración estrecha con Steven Spielberg), Willow y Howard, el pato. A esto se añadió la creación de la marca Lucasarts, la exitosa compañía de videojuegos que tantos y tan míticos títulos nos ha dejado.
En los noventa, Lucas regresó al cine, habiendo consolidado una carrera como empresario y productor. Así, en 1999 volvió a Star Wars con el primer capítulo de la trilogía-precuela, Episodio I: La Amenaza Fantasma. A ella le siguieron el Episodio II: El Ataque de los Clones (2002) y el Episodio III: La Venganza de lo Sith (2005).
Tras unos últimos años, centrado en dar mayor impulso a la franquicia Star Wars más allá de las películas, George Lucas anunció la venta de varias de sus marcas a Disney. De este modo, se retiraba a las labores de consultor creativo, un puesto desde el que el cineasta anunció que iba a abandonar las grandes producciones para regresar a películas más modestas e íntimas, como su última cinta de animación Strange Magic.
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